_
_
_
_
LA PALABRA
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

'Wearable'

Es posible que nuestra imagen habitual de un ordenador como una pantalla y un teclado no sea a medio plazo la que predomine. Donald Norman habló de El ordenador invisible (en su libro editado por Paidós) como una meta deseable en la que aplicaciones informáticas se pusieran al servicio del hombre, en vez de ser al revés.

Una de las ideas que periódicamente aflora a las páginas de los periódicos es la de la ropa computerizada, que en inglés se llama wearable computer, expresión que podríamos traducir como 'ordenador llevable', 'ponible', 'para ponerse' o 'de vestir'. To wear es un verbo que significa específicamente 'ponerse o llevar encima una prenda de vestir', de modo que la forma inglesa es mucho menos ambigua que estas posibles traducciones.

Universidades (como Carnegie Mellon University, University of Oregon o MIT Media Lab) y empresas trabajan, en algunos casos desde hace décadas, sobre la idea de este ordenador ponible. En sus versiones más toscas, se trata de ropas que integran componentes electrónicos, como auriculares y receptores (es el caso de una cazadora desarrollada por Levi's y Philips).

Por lo general por wearable computer se entiende algo más sofisticado, que integre microchips al mismo nivel de las fibras textiles, y que tenga capacidad de interacción con el medio. Un ordenador de vestir podría, por ejemplo, reaccionar ante la temperatura y variar la conductividad de las fibras; podría reaccionar ante constantes físicas del portador y darle consejos médicos. Por supuesto, se pretende también que nos susurre el nombre de una persona a la que nos encontramos a partir del análisis de su rostro en nuestro banco de datos. Realmente, puestos a imaginar, este ordenador en forma de segunda piel podría hacer cualquier cosa. Falta que lo veamos.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_