'Fumata bianca' para los italianos
A veces Giancarlo Ferretti se enfada con Ivan Basso. 'Pero no seas tan buenazo', le dice, 'en el ciclismo hay que ser malo, hay que ser astuto, hay que tener instinto asesino'. Tarea vana. Ivan Basso, al que también le queda la maglia blanca de mejor joven, es un buenazo, un joven ingenuo y limpio incapaz de tener malos pensamientos, lo que, en el fondo, no es una mala noticia para el ciclismo italiano tan deprimido, tan triste con sus últimos casos, con los problemas de Garzelli, Pantani, Simoni, Casagrande, Frigo... 'Mírale', dice Ferretti, el director del Fassa Bortolo, el equipo con el que Basso, que no tiene ningún parentesco con aquel sprinter de los 60, Marino Basso, corre desde el año pasado. 'Le pones un hábito y parece un fraile'. Basso es, como Mancebo en España, la esperanza de un ciclismo futuro construido sobre cimientos nuevos, la fumata bianca del ciclismo italiano.
Basso, de 24 años, debutó al año pasado en el Tour y duró apenas una semana, tiempo suficiente para llegarse un día nervioso hasta Laurent Jalabert y pedirle, emocionado, que le firmara un maillot, un gesto que le valió la correspondiente bronca del exasperado Ferretti. Un par de días después, atravesando los Vosgos, Basso se fue de fuga con su admirado Jalabert. Los dos bajaban un puerto y en una curva peligrosa, Jalabert, el hábil, el experto, le cedió el paso. Tú delante. Zas. Basso se fue el suelo. Se rompió la clavícula. Abandonó. Pero no cambió.
'Basso ha madurado en cierta forma', decía el otro día Ferretti antes de las etapas de montaña, en las que el jovencito italiano aprieta los dientes y aguanta. Fue antes de que Basso, el ingenuo, el educado, le confiara al cascarrabias de su director: 'Hoy he estado cerca de Armstrong. Me he estremecido sólo de pensar que pedaleaba al lado de un gran campeón'. A Ferretti se le llevaban los diablos. 'Pero qué dices. Armstrong es un ciclista, es humano, como cualquiera, como tú. Tú también eres un gran campeón'. Lo que no es mentira, una frase falsa. Basso fue, a los 20 años, en octubre de 1998, campeón del mundo amateur en Valkenburgo (Holanda) y ha estado pregonado desde entonces como la gran esperanza blanca, una presión que, de todas formas, no le ha conducido a la deriva en busca de triunfos rápidos, como sus coetáneos Di Luca y Figueras. 'Pero le dices eso, le hablas un poco alto para buscar que se crezca, para que se enfade, para que me diga que no, como he visto hacer a otros', dice Ferretti. 'Pero Ivan, en cambio, se achica, se achica, y tengo que volver a empezar'.
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