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Miles de temporeros vagan por Lleida sin trabajo tras las últimas tormentas de granizo

Alcarràs levanta un campamento con tiendas y duchas de campaña cedidas por el Ejército

Centenares de inmigrantes, muchos de ellos en situación irregular, vagan por las calles y plazas de varios municipios del sur de la provincia de Lleida sin posibilidad de ser contratados en la campaña de recolección de la fruta. Las dos últimas tormentas de granizo han mermado la cosecha de forma considerable y han dejado sin trabajo a más de 2.000 temporeros, la mayoría procedentes de países del Magreb y del África subsahariana.

Sin trabajo, sin dinero, sin esperanza... La situación en la zona empieza a ser tan insostenible que el Ayuntamiento de Alcarràs se ha visto obligado a levantar un campamento en las afueras del pueblo. La llegada masiva de inmigrantes ha desbordado a las autoridades locales, que se encuentran solas ante el problema y sin recursos para atender las necesidades más elementales del colectivo. No hay fruta y los alcaldes han pedido a los inmigrantes que se vayan, pero éstos han decidido quedarse porque no tienen medios para desplazarse a otro lugar. No obstante, muchos estarían dispuestos a regresar a Andalucía si algún Ayuntamiento les paga el billete del tren.

Alcarràs -4.900 habitantes- es un ejemplo de la crítica situación que se vive en las principales poblaciones frutícolas de la subcomarca del Baix Segre. Esta localidad se caracteriza por la abrumadora presencia de inmigrantes procedentes del África negra. 'Son poco conflictivos, buenos trabajadores y mejores clientes que los magrebíes', explica el propietario de uno de los bares. Una opinión que no comparten todos los vecinos y algunos reporteros gráficos que han sido agredidos por algunos miembros del colectivo.

A la intemperie

A diferencia de otras temporadas, este año no hay trabajo para los centenares de subsaharianos -nadie se atreve a dar una cifra aproximada- que suelen concentrarse en la plaza de la Església y en los alrededores del campo de fútbol esperando que alguien solicite sus servicios. La contratación en origen de trabajadores colombianos, marroquíes y rumanos les ha dejado sin opciones de trabajar y el problema ha adquirido tintes humanitarios. Duermen sobre cartones a la intemperie. Sin trabajo, no tienen dinero para comprar comida y a algunos vecinos les empieza a molestar verles tumbados en las puertas de sus casas. 'Vivimos peor que los animales', se quejan estos subsaharianos de mirada triste que pasan las horas del día jugando a fútbol o durmiendo a la sombra de un árbol. 'No tengo nada contra ellos, porque dentro de lo que cabe se portan bien, pero no dan una buena imagen del pueblo', señala un empleado de banca.

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