Los cuernos de Bambi
NO ME CREERÁN, PERO les diré que a mí, el debate del estado de la nación me quitó el sueño. Dicho día, no me preguntes por qué, tuve como una especie de subidón de responsabilidad periodística y me dije: he de estar informada; porque realmente es una vergüenza (hablo por boca de mi santo) que escriba en el periódico más importante de España (hablo por boca de Juan Cruz) y que haya días que es que no sé en qué mundo vivo. Con decir que me enteré ayer (lo juro) de que Ana Palacio era hermana de Loyola de Palacio. Bien es cierto que había notado un gran parecido en los apellidos, pero no ataba cabos.
Es que tengo el sistema neuronal un poco ralentizado, de siempre, pero ahora, con el orfidal, lo acuso más y hago pocas conexiones cerebrales (para qué, si soy feliz). A Natalia Verbeke se ve que le pasa lo que a mí, porque le preguntaron dónde estaba ella el 11 de septiembre y dijo: 'Ahora mismo no me acuerdo'. Me impresionó. Conste que los niños me han advertido que no me meta con la Verbeke, porque la adoran, y no sólo por sus conexiones neuronales.
Ya digo, no me cosco. Mi santo, que es hombre del pueblo, me habla de esa gente que viaja en metro y lee la prensa incluso de pie (ya le tiene a uno que gustar la lectura), pero, claro, lo que yo digo, si viajas en taxi, como es mi caso, no puedes leer porque te mareas, como es mi caso también, así que me temo que mi información política esté un poco sesgada, ya que sólo escucho lo que me dicen los taxistas, que se dividen en dos: los que pondrían a Álvarez del Manzano en un altar y los que colgarían a Álvarez del Manzano de sus partes (que los hay). Es lo que tiene el volante, que exalta el espíritu. Yo les doy la razón a todos. No soy como Juan Cruz, que cuando se sube a un taxi pide que le pongan la Ser, violentando a algunos taxistas que, ejerciendo su libertad, escuchan la Cope. Qué bonita es la libertad y qué feo el libertinaje, como diría Manzano.
A lo que iba, me levanté con el cuerpo de un periodístico que te cagas y con el mismo cuerpo fui al sofá después de comer. Me tendí todo lo larga que soy para facilitarme la digestión de un arroz termomix que había perpetrado mi santo, que me está cebando a fin de venderme en el Segunda Mano a la vuelta de las vacaciones, y puse la tele. Podía haberme adocenado como siempre con las Anas Rosas y Terelus, podía haber quedado con Bicoca, que me llamó para que la acompañara a hacerse un moldeado en las extensiones, porque, como se las ha puesto de india, dice que tiene la mitad con su pelo (fosco) y la otra mitad con el de la india (liso). Es lo que tienen las indias, que nunca tienen el pelo como nosotras necesitamos. Yo le dije: 'Bicoca, creí que estarías viendo a tu jefe desde Génova, como todas'. 'No, hija, en eso soy como las mujeres de los toreros, no puedo verlo, sufro viendo cómo me lo atacan unos y otros. Antes estaba más tranquila porque a Zapatero lo veía un muchacho educado, pero le han metido los machos en danza, y, para demostrar que es hombre, se pone borde con José Mari'.
Ya digo, me acoplé en el sofá con mi cuaderno de Ágatha Ruiz de la Prada (lo compré en Nueva York, porque ¿no es bien cierto que cuando estamos lejos nos olvidamos de nuestras pequeñas rencillas y somos todos, en una palabra, españoles?) y la pluma de plata que le dio a mi santo el Club de la Escritura y que, como ya dije, se la apropió mi menda. A los cinco segundos, mi cabeza empezó a darle la razón a la tele y se me hincó la barbilla en el pecho, dos minutos más tarde se me cayó la pluma de la mano y me quedé sopinstant. Mi hijo quiso apagarme la tele, pero mi santo gritó desde el despacho (donde ya no agranda su obra, sólo lee y lee): '¡No se la quites, que se despierta!'. Cómo me conoces, cariño.
No sé cuánto debate me dormí, pero al despertar era de noche, y eso, con el horario de verano, tiene su mérito. Consecuencia fatal: por la noche no pegué ojo. Conclusión: prefiero enterarme al día siguiente por la radio de los taxis. Como me monto en cinco taxis al día, me hago con todo el espectro opinacional. Dijo un contertulio de ésos que a Bambi (por Zapatero) le habían salido los cuernos. Desde aquí te lo digo, Zapatero: los cuernos te hacen más sexy.
Más consecuencias dramáticas de dicho debate: al día siguiente tenía que hacerme unas fotos Jorge Represa, mi fotógrafo del alma, y fui con un careto de no dormir que, a pesar de la chapa y pintura que me pusieron, no había forma. Jorge me sacaba fotos en su loft de San Francisco el Grande y la perra de Jorge me daba vueltas alrededor. Jorge había puesto el disco Alice de Tom Waits y, a pesar del cansancio, empecé a bailar para relajar los músculos, pero la perra de Jorge, si bailas, te ladra (es contraria). Yo me estaba sintiendo como Inés Sastre haciendo la campaña de Lancôme, cuando va Jorge y me hace el siguiente comentario: 'Es mucho más divertido fotografiar a feas que a guapas, las guapas no tienen misterio'. Y como él daba la impresión de estar divirtiéndose, no quise ahondar. Me quedé callada (¡yo!), y he salido en las fotos con una mirada intelectual que mi santo es que se descojonó.
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