'Dimití de la Ópera Cómica de Berlín porque los recortes hacían peligrar la calidad de mi trabajo'
Posee unos ojos poderosos que mandan en su rostro duro y atractivo. Su cuerpo parece el de una atleta. Y es una camaleónica, posee un dominio absoluto de la danza clásica y contemporánea. Blanca Li, granadina que vive en París desde hace 10 años, tras haber estudiado danza en Nueva York con algunos de los grandes (Martha Graham y Alvin Ailey), tiene una de las trayectorias más singulares de la danza y coreografía europeas. En la que no faltan picos. Nacida en 1964 con el nombre de Blanca Gutiérrez (Li lo toma prestado de quien es su compañero desde hace 20 años, el matemático francés Etiénne Li), pronto empezó a recibir premios, como en Aviñón (1993). Luchadora y tenaz, estrena en toda Europa. Hoy y mañana lo hace en Mérida con El sueño del minotauro. Pero esta mujer, segura de sí misma y simpática, ha conocido últimamente el sabor de la frustración. A principios de año se hizo cargo de una de las tres prestigiosas óperas de Berlín, la vanguardista Komische Oper (la Ópera Cómica), un puesto soñado e inalcanzable para la mayoría. En junio, dimitió.
Pregunta. ¿Qué le ocurrió con la Komische, con la que firmó un contrato para tres años y sólo duró seis meses?
Respuesta. Fui allí con mucha ilusión, con un proyecto artístico muy importante desarrollado a lo largo de años y con un repertorio fijo. El problema es que la situación económica en Berlín es un desastre, está en bancarrota y afecta mucho a la cultura. Se están cerrando teatros y en danza es donde más recortes hay.
P. Pero logró que le permitieran compaginar la dirección con su compañía de danza en París
R. Sí, pero firmé otros acuerdos sobre las condiciones de trabajo que día a día se iban abajo. Un día me quitaban un estudio, otro presupuesto y otro bailarines. La gota que colmó el vaso fue el día que me dijeron que me quitaban seis bailarines, y de 24 me dejaban 18. Eso me resultó totalmente inaceptable. Tras mucho discutir dije que si no tenía unos mínimos dimitía. Y la dirección pareció no reaccionar. El recorte hacía peligrar la calidad de mi trabajo y no quería verme haciendo cosas mediocres, no soporto la mediocridad. Tengo que estar orgullosa de lo que hago.
P. ¿Tiene algo que ver en la crisis que esa ópera proceda de la Alemania del Este, con métodos poco flexibles para usted?
R. La burocracia resultaba pesadísima y para mover una idea tenías tres días de reuniones, y eso te puede destrozar la moral. Pero no creo que sea exclusivo de los países del Este. He hablado con los de la Deutsch Oper -la Ópera del Berlín Occidental- y tienen los mismos problemas. En realidad, en Berlín hay tres compañías muy importantes y prestigiosas que se las van a cargar. La crisis afecta a todo el mundo de la danza. En los últimos años han despedido a más de 30 bailarines y a ningún músico.
P. ¿Y eso qué significa?
R. Que dan prioridad total a la ópera sobre la danza, donde parece que es más fácil recortar.
P. Su antecesor en el cargo, el británico Richard Wherlock, apenas duró un año.
R. En los últimos años se han ido varios, todos por lo mismo.
P. ¿Cómo se sintió tras dimitir?
R. Gran pena. Llegué con mucha ilusión. Me dejé la piel. Pero he dejado también una compañía maravillosa y el teatro lleno.
P. También sabe lo que es llenar el teatro a pesar de obtener malas críticas, incluso abucheos, como en el estreno de El sueño... y Borderline.
R. Las críticas no las leo hasta mucho después de salir, porque tras el estreno estás muy sensible. Me importa más la reaccion del público. Y me encanta de Berlín que tras una crítica desastrosa el público quiera venir a verme y aplauda. Los abucheos no me afectan, son normales el día del estreno, al que va un público oficial. Es como una tradición. Ocurre también en París.
P. Usted con 17 años ya se fue a Nueva York. ¿Por qué en España los bailarines tienen que irse?
R. Qué remedio. Hay que atreverse a luchar por lo que se cree. Siempre he tratado de no tener miedo, ése es mi motor. La única fuerza es creer en lo que se hace. En España lo que falta es infraestructura. No hay compañías donde trabajar. Los coreógrafos y bailarines españoles son buenísimos y siempre hay 1, 2 o 3 en las mejores compañías del mundo. Si en España hubiese apoyo tendría una de las más importantes compañías de Europa.
P. ¿Sigue su madre controlando su carrera?
R. Como nunca. Ahora mis padres no trabajan y están encantados con seguirme, con ir al estreno de las películas de mi hermana y de gira con mi hermano músico, que acompaña a Hevia. Mis padres tienen una intensa vida.
P. Como la suya. Entre los invitados a sus famosas fiestas están sus amigos Madonna, Lenny Kravitz, Karl Lagerfeld...
R. Hace tiempo que no puedo prepararlas. Ahora me limito a hacer cenas.
P. ¿Sigue al tanto de la vida cultural española?
R. Todos los días a través de la prensa.
P. ¿Sus planes futuros?
R. Ir al Festival de Otoño de Madrid con Borderline y después de gira. También intento hacer un guión de cine.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.