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El vicepresidente Cheney ganó 18 millones de dólares al vender acciones de su empresa antes de que perdieran valor

En agosto de 2000, el vicepresidente de EE UU se embolsó 18,5 millones de dólares por la venta de acciones de su compañía, Halliburton Corporation, investigada ahora por posible manipulación contable. Dick Cheney vendió ese paquete de acciones a razón de 52 dólares cada título, cuando su valor estaba al borde del máximo histórico. Dos meses después, cuando Cheney había dejado la empresa para formar parte del cartel electoral junto a George W. Bush en la campaña presidencial, la compañía anunció unos resultados mucho peores de lo que esperaban los inversores, tan sorprendentes que las acciones bajaron un 11% en un solo día. También decidió en ese momento informar a los accionistas sobre la investigación de un gran jurado por prácticas contables algo confusas en los contratos firmados con el Gobierno de EE UU.

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En mayo de este año, la compañía también reconoció que la Comisión del Mercado de Valores estudia sus libros de cuentas porque puede haber irregularidades en la gestión de Cheney. Ahora, las acciones se venden y se compran a poco más de 13 dólares. Según ha desvelado The Washington Post, Cheney puede haber cometido un pecado empresarial similar al de Bush en 1990: vender acciones de la compañía en la que es ejecutivo justo antes de anunciar unos resultados negativos, lo que siempre levanta sospechas sobre el posible uso de información privilegiada: ¿Es posible que Cheney no conociera de antemano los resultados trimestrales de una empresa que había dirigido en los cinco años anteriores? Bush y Cheney se presentaron a sí mismos en la campaña electoral como el ejemplo de políticos curtidos en el ámbito empresarial, respaldados por el éxito de sus propias compañías.

Cheney no vendió sus acciones como ejemplo de ética política. No había ningún conflicto de intereses y ninguna obligación moral que le obligara a desprenderse de sus títulos hasta que no llegara a convertirse en vicepresidente de EE UU, si es que él y Bush ganaban las elecciones. Fue el propio Cheney quien dijo, el 27 de agosto de ese año, que no había 'ningún conflicto hasta que jure mi cargo el 20 de enero'. Una bravuconada que daba por sentada su victoria.

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