Igor Galdeano: 'Habrá Tour'
El líder recibe con entusiasmo el mensaje de vulnerabilidad lanzado ayer por Armstrong
Debe de ser el color amarillo, que lo cambia todo. Igor González de Galdeano está hermoso y radiante. Es una gran noticia para el Tour que un tipo fuerte y capaz no llamado Lance Armstrong llegue a la montaña de líder, y el ciclista vitoriano encarna esa que algunos llaman esperanza. La prensa está excitada, nerviosa. Hay ambiente de gran día. Hervidero de frases, cruces de miradas, análisis. Habla el ciclista español que mantiene el maillot amarillo por quinto día, y su alegría parece cambiarlo todo. 'Armstrong siempre nos sacaba un minuto o más a los demás y eso ha cambiado. Y eso es porque Armstrong no está tan bien como otros años, y nosotros estamos mejor'. Nosotros son la esperanza, Igor, y su vecino Beloki, al que nunca se olvida de citar como líder del equipo. 'Somos nosotros dos y la generación del 73, que ya empieza a estar en su mejor momento, es Rumsas también. El Tour ha cambiado. Habrá una carrera más abierta. Podemos dudar de lo que pasará en la montaña, pero llegamos a los Pirineos con el optimismo de lo bien hecho hasta ahora'.
'Siempre nos sacaba un minuto o más; él no está tan bien y nosotros estamos mejor'
Y, sin embargo, el año pasado, que no hubo contrarreloj larga antes de la montaña, la cosa pintaba mejor para la pareja del ONCE-Eroski. La víspera de la etapa de Alpe d'Huez, donde Armstrong dio el gran golpe, donde Igor atacó y luego se desfondó, y Beloki aguantó lo que pudo, el norteamericano estaba a 56 segundos del vitoriano en la general, es decir, 30 segundos más lejos que este Tour. Pero eso parece no saberlo tampoco Armstrong, que habla triste y dice que se siente decepcionado. Y eso a pesar de que si no se hubiera enganchado con Heras en la llegada a Avranches (cuando perdió 27 segundos), ahora sería líder, aunque fuera por un solo segundo. Será que el aura de invencibilidad, el mito que había construido en los tres últimos Tours, era en realidad su verdadera fuerza (o la gran debilidad de los rivales, que se sentían derrotados antes de empezar el partido, y ahora creen que pueden ganar). Y eso también lo ha visto Igor: 'Seguro que a Armstrong le ha marcado mentalmente que Botero le haya ganado la contrarreloj. Eso quiere decir que habrá otro Tour, que hay más gente que empieza a asomar, y no sólo de mi equipo'.
Y debe de ser eso porque la distorsión se ha propagado. Francisco Mancebo, que cada día parece más el gran tapado de las fuerzas españolas, está muy contento: el escalador abulense ha terminado la contrarreloj a 2.30m de Armstrong, un resultado espectacular si siempre terminaba a más de cuatro minutos, pero menos si se piensa que el año pasado inició la montaña a menos de tres minutos del americano y este Tour a casi cuatro minutos. Pero eso no es lo importante. Lo importante es que Mancebo, y también Botero, y Sevilla, y Beloki, e Igor, Rumsas, Hamilton, Basso, Sastre, toda esa gente se ha sentido mejor que nunca y que Armstrong no se ha sentido tan bien. Y si todos creen ver que Armstrong, el intratable, el patrón, el imbatible, ofrece síntomas de debilidad, todo el optimismo les está permitido.
También a Igor, ante quien se abre la duda de la alta montaña. Alguien ha visto en Igor reflejos del gran Indurain, por su calma, por su tranquilidad aparente bajo presión. Igor quiere alejar de sí el fantasma de Indurain. 'Yo soy un admirador de Indurain', dice, 'pero no me gusta que nos comparen. Yo soy Igor, con mis virtudes y mis defectos. Y si estoy tranquilo es porque estoy donde quería estar, de líder del Tour, que siempre ha sido mi sueño'. Lo aleja, pero lo estudia. Y sabe que la llegada de Indurain a la cima del Tour fue casi como la suya. Se dejó ver ganando la contrarreloj previa a la gran montaña, pero donde ganó su primer Tour, donde todos los campeones dan el gran golpe, fue en la montaña, donde LeMond y Fignon, los mitos del 89 y del 90, al final fueron derribados. Mañana, en una curva del Aubisque, el primer gran puerto del Tour 2002, Igor, de amarillo, se enfrentará, por fin, a su gran duda (y Armstrong conocerá por fin cuál es su destino).
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