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Crónica:TOUR 2002 | Séptima etapa
Crónica
Texto informativo con interpretación

El Tour es un campo de batalla

Armstrong, que perdió 27 segundos, y Freire, afectados por las múltiples caídas de los últimos kilómetros

Carlos Arribas

Los médicos de los equipos se mueven por el Tour en un FIAT Multiplá atiborrado. Es un vehículo grande y capaz, pero aun así. Un médico necesita cinco bultos, entre maletas, maletines y baúles, por lo menos. Aquí llevo el material de cura y de primera urgencia, explica uno; allá el ordenador y los libros y los papeles; en aquella otra maleta con ruedas, muy cómoda cuando el hotel no tiene escaleras, líquidos y medicamentos; en este maletín de piel, el láser y el aparato de ultrasonidos; en el cofre metálico, el contenedor de residuos, la basura propia, que la llevamos sellada, y en este cofre de plástico, la pistola de hielo, la máquina para triturarlo, la carga de anhídrido carbónico. Con todo el arsenal, y nunca mejor empleado el término, un médico lo puede curar todo, rodillas traumatizadas, como las que afligen desde hace días a Virenque, Blanco o Millar, espaldas doloridas, como la del pobre Óscar Freire, doblado en una cuneta de hierba, codos hinchados o tobillos machacados, material de deshecho muy en boga estos últimos días de caídas repetidas, de bicicletas retorcidas, de nervios y más nervios, de desgaste. Evidentemente no pueden sellar clavículas, como la del pobre Didier Rous, desconsolado pollo desplumado, en expresión de Echávarri, buscando con la mirada consuelo en ninguna parte mientras con la mano se sujeta el hombro, su bicicleta caída al lado, símbolo de un abandono inevitable. Tampoco hay pistola que valga, ni láser, ni ultrasonido, ni antiinflamatorio infiltrado, ni miorrelajante para dormir, para tratar las cabezas. La de Lance Armstrong habría necesitado un remedio de esos.

El campeón del mundo, que llegó a seis minutos, se fue al hospital por un fuerte dolor en el coxis
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Faltaban menos de tres kilómetros para la llegada. El pelotón, por fin, suspira de alivio. Los ciclistas se relajan. Parece que lo peor ha pasado. Ha habido fuga, ha habido trabajo del equipo del líder, del ONCE-Eroski de Igor González de Galdeano, ha habido caída, la consabida caída de los últimos kilómetros, el menú completo; pero ahora, ya sólo queda la llegada. El pelotón ya ha dejado la estrecha carretera local, el embudo en el que los 185 ciclistas, embotellados, han terminado por romper las costuras del asfalto.

Pero ahora están ya en la autopista final, los equipos de sprinters preparan la llegada, allá ellos, que se arriesguen. Los demás, los que sólo se juegan llegar en el pelotón, uno más, suspiran, pero aún están en estado de shock. La caída del día ha sido extra, superior a lo acostumbrado, con más damnificados, y de más nombre. Ha sido en la parte estrecha. Un frenazo por la izquierda, Fagnini que evita, Zabel también, Horrillo pasa rozando, pero Freire, no. El campeón del mundo salta por los aires y cae de culo sobre la hierba (algo amortigua, menos mal) de la cuneta junto al pobre Pagliarini, el desafortunado sprinter brasileño. Por unos segundos el Tour fue una imagen de desolación. Freire, poco a poco, se incorpora, la mano en la parte de debajo de la espalda, gesto de dolor, y se monta en la bicicleta (terminó a más de seis minutos y se fue inmediatamente al hospital porque estaba preocupado por el fuerte golpe que sufrió en el coxis, su parte más sensible: de pie no le duele, pero no puede sentarse); el pobre Moreau, un habitual de la caída, está doblado y se estira, contiene las ganas de llorar, no sabe qué hacer; desorientado también está el polluelo, el pelado Rous, se acabó su Tour con su clavícula rota. A los españoles les fastidia por Freire, máximo favorito para ganar una etapa con un repecho final, pero qué se le va a hacer.

La etapa continúa, los heridos se lamen las heridas y Zabel, McEwen y compañía se preparan para el asalto final. Heras, Roberto, el escalador bejarano que espera que llegue la montaña para ayudar a su líder americano, el intocable Lance Armstrong, se coloca a rueda de su hombre como hace habitualmente al final. Anchas espaldas le protegen. Entonces, de repente, Heras siente un empujón. Alguien ha evitado caerse, pero derriba al salmantino. Lo derriba con tan mala fortuna que su bici sale disparada y el manillar, más concretamente la maneta, se queda clavado entre los radios de la rueda trasera de la bicicleta de Armstrong. Éste, hábilmente, evita la caída, pero, torpemente, empieza a perder los nervios. Es la primera vez que se ve envuelto en un incidente del tipo, nunca en el Tour ha pasado por el trago, y siente pánico, el miedo a lo desconocido, a una clave del Tour que no tenía controlada, no duda y no sabe qué hacer. Se equivoca. Pierde tiempo desenredando la bici, pero lo consigue. Pero ni por esas se tranquiliza. Actúa con la agresividad del accidentado que ha sufrido un golpe en la frente y empieza a liberar testosterona. Echávarri dice que se portó como un juvenil. A lo mejor. El caso es que no vio, o no quiso ver, a los fieles de su equipo, a Ekimov, Rubiera y los demás rodadores que le esperaban para llevarle al pelotón. Como si fuera un sprint por una victoria necesaria, Armstrong se lanza, no espera a nadie, no quiere que le esperen, enlaza con Jalabert, que también ha estado involucrado. Cree que llegará a tiempo. Pierde 27s. Ya está a 34s del líder, Igor, octavo de una general que dominan siete del ONCE-Eroski.

'Pero esto no me gusta', dice Manolo Saiz, repentinamente favorecido. 'No me gusta ganar tiempo así. Y no quiero pensar en la contrarreloj. Tampoco creo que con este tiempo Igor pueda mantener el amarillo'. Armstrong piensa parecido. 'Lo único que puedo decir es que me dará más fuerzas para hacer aún mejor la contrarreloj del lunes'.

Óscar Freire, en el centro, se duele sobre la hierba tras la caída sufrida a menos de tres kilómetros de la meta.
Óscar Freire, en el centro, se duele sobre la hierba tras la caída sufrida a menos de tres kilómetros de la meta.AFP

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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