Horas de calma en la isla más noctámbula
Las playas de Cala d'Hort y Sa Caleta ofrecen en Ibiza un arrebato de colores
Los escándalos de la noche producen una polución lumínica bastante mayor que las farolas. Impiden ver el sol del día. Viene esto a cuento de Ibiza. Supuesta guarida de famas y cronopios, en realidad una isla verde y frágil. Con rincones secretos que combinan, de forma inocente, la belleza de piel con una biografía apasionante. Ocurre, por ejemplo, en un par de playas al sur de la isla, casi juntas, las cuales han galvanizado en los últimos tiempos a equipos de científicos y a decenas de miles de manifestantes.
Sa Caleta es el nombre de guerra de un litoral al que cabe asociar la playa de guijarros lechosos de Codolar, las terrazas hojaldradas de Es Bol Nou y el arco perfecto de Es Jondal. En Sa Caleta, como gajos de media naranja, botes y cobertizos someros parecen arrumbados allí por sus dueños desde hace siglos. Podría ser; aquel embarcadero lo usaban los fenicios, y no ha variado en apariencia, lo cual resulta emocionante. Las viviendas estaban unos metros más arriba, en lo alto de una lengua (mola de Sa Caleta) a la que el mar ha ido mordiendo y disolviendo: se ha tragado por lo menos un tercio de lo que era.
Este poblado del siglo VII antes de Cristo fue escarbado entre 1986 y 1994, y se puede decir que es lo más importante sacado a la luz en la isla en los últimos 20 años; hace tres que la Unesco lo declaró patrimonio de la humanidad. Aunque está protegido por vallas metálicas, se puede contemplar la huella de los muros, el barullo rectilíneo de un asentamiento que debió de repartirse en barrios (lo que se ve es el barrio sur) y que fue tan importante, por lo menos, como los puertos más célebres que fundaron al sur de la Península aquellos pueblos del mar.
Desde la alta repisa donde está el yacimiento, las vistas son una borrachera de colores. Las paredes bermejas de Es Bol Nou, despellejadas por el mar, sanguina pura, arropan un hervor de verdes delicuescentes, de azules huidizos, de blancos de espuma y de llábana albina. Un fauvista habría alcanzado allí el nirvana. Es, para colmo, un paraje donde cabe poca gente. Y un pequeño restaurante, con pintas de chiringuito, sirve pescados que casi respiran en el plato, y mariscos de vivero propio.
El otro es Cala d'Hort. Si se va desde Sa Caleta deletreando la costa, habrá que tensar el arco de arena gruesa y caudones de Es Jondal, orillar las tres playas hermanas de Cala des Cubells, y aguantar la tentación vegetal del torrente de Es Xarcó, antes de doblar Cap Llentrisca. Si se va por el interior, la carretera de Sant Josep querrá distraernos con unos cartelitos rosas -tan discretos que ni se ven- proponiendo fortines megalíticos o cosas por el estilo.
Vértigo estético
La opción de carretera es aconsejable porque al descender hacia Cala d'Hort puede sentirse el vértigo cosquilloso de las norias de feria, vértigo físico, pero sobre todo estético. La visión óptima se alcanza desde la torre des Savinar, una de esas atalayas vigía sin edad definida que pastorean el litoral ibicenco. Desde allí se tiene todo a la vista: los islotes de Es Vedrá y Es Vedranell, presumiendo casi siempre con un fular de neblina, las paredes inmensas, descarnadas, la playa fina y recogida, el refugio de botes pescadores y un par de chiringuitos (eso no se ve desde arriba). Y detrás, una retaguardia escalonada de montañas medianas y bosques fragosos, poco menos que salvajes.
Este cromo de calendario ha sido, hasta ayer como quien dice, un campo de batalla. La cosa empezó en 1991, cuando una empresa anunciaba la construcción de un terreno de golf, en un lujoso complejo que incluía un macrohotel, amén de otras cosillas. El Ayuntamiento de Sant Josep dio el beneplácito -'es un erial', decían-, pero empezaron las movilizaciones de protesta. La más sonada, a principios de 1999, cuando miles de manifestantes desbordaron las calles de Eivissa; como en junio de ese año había elecciones, los ediles del PP se lo pensaron mejor, Cala d'Hort ya no era un erial, sino una joya. La empresa constructora, erre que erre, plantó sus excavadoras; funcionaron media hora, los verdes casi las desguazan. La recién nombrada consejera de Medio Ambiente, Margalida Rosselló, se estrenó paralizando cautelarmente las obras. El 15 de febrero de este año quedaba aprobado un decreto por el que se crea el parque natural de Cala d'Hort, Cap Llentrisca y Sa Talaia; o sea, dos tazas más de caldo, metiendo en el mismo lote a las sierras de Ses Roques Altes y Sa Talaiassa.
Cala d'Hort se ha salvado. Si los tenderos fenicios eran más bien pacíficos (y por eso tal vez los barrieron del mapa), sus nietos ibicencos han salido, por fortuna, un poco más guerreros, y han conseguido que dejen en paz, los grandes traficantes, a esta ribera idílica y golosa. Un plató natural donde podría rodarse, ahora mismo, una película de romanos, o de fenicios, con sólo quitarles las gafas y el reloj a los cuatro bañistas de turno, o a los dos pescadores que podrían tener el capricho de salir a por unas sepias, por qué no.
GUÍA PRÁCTICA
- Para acceder a Sa Caleta hay que tomar la carretera de Eivissa a Sant Josep de Sa Talaia y girar a la izquierda donde se vea la indicación; el último tramo es una pista de tierra, y hay que dejar el coche al llegar a Es Bol Nou; el poblado fenicio está a unos 200 metros del restaurante. - Para ir a Cala d'Hort, seguir por la misma carretera hasta Sant Josep, y allí tomar la secundaria que recorre la costa. Todo está bien indicado.
- Torre del Mar (971 30 30 50), en Playa d'En Bossa. De los hoteles cercanos, es el más consistente, y una de las mejores ofertas de la isla; entre 105-175 euros la doble. - Montesol (971 31 01 61). Vara del Rey, 2. Eivissa. Aspecto colonial. La doble, de 60 a 100 euros.
- Sa Caleta (971 18 70 95), playa de Es Bol Nou. Tiene aspecto rudimentario, pero sirve pescados frescos y mariscos de vivero propio ante un panorama deslumbrante, a pie de playa. En Cala d'Hort hay dos chiringuitos en la propia playa.
- Turismo de Sant Josep de Sa Talaia (971 80 01 25 y www.santjosep.net). - Oficina de Turismo de Ibiza (971 30 19 00). - www.visitbsalears.com.
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