Un árbol menos
Soy un vecino de Valencia y da la casualidad de que mi salida de garaje está justo enfrente de las obras de un bingo. Cuál no fue mi sorpresa al salir el día 11 y descubrir que, aparte de los escombros acostumbrados, ha desaparecido un árbol joven. ¿Cómo se puede ser tan contradictorios? Anunciamos nuestra comunidad como una tierra verde, y borramos del mapa un árbol que embellecería la ciudad. ¿Para qué? Pues para dar paso a coches. ¡Coches, señores! ¿Es posible que tengan más prioridad los vehículos contaminantes que la vida? No entiendo que el Ayuntamiento dé carta blanca a la destrucción, y si no ha dado el permiso, que los jefes del bingo se tomen la belleza de una ciudad por su mano. Se despide un ciudadano que, agradeciendo algunos avances tecnológicos, preferiría vivir en los tiempos de nuestros abuelos.
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