Jóvenes y política, política y jóvenes
A propósito de las elecciones legislativas francesas y el alto grado de abstención de parte del electorado, llegando a un 58% en la franja de edad de 18 a 25 años, se demuestra una vez más el alejamiento de la 'clase política' de las demandas y necesidades de amplios sectores de la sociedad, entre ellas las de los jóvenes. En la sociedad española, desde hace tiempo, se está dando un fenómeno parecido en cuanto a la abstención en las elecciones y la baja, por no decir casi nula, participación en la política por parte de los jóvenes. De los problemas que les preocupan a éstos, considero que la falta de empleo (según el INE en el año 2001, en media anual, del total de parados, 1.869.100, el 61% tenía menos de 34 años) o la precariedad del mismo (según el INE, en el año 2001, de los 14.056.484 contratos efectuados sólo un 9% tienen carácter de indefinidos), y la imposibilidad de acceder a una vivienda (según el INE, de las 503.400 viviendas terminadas el año pasado apenas un 10% son protegidas), son los que más les acucian y los representantes políticos (sálvese el que pueda) no hacen nada por resolverlos; sólo les preocupa si se drogan o si hacen botellón.
De la misma manera que se han desarrollado iniciativas para la incorporación de la mujer a las instituciones, parlamentos, etcétera, incluso por ley en alguna comunidad autónoma (Castilla-La Mancha) para que hombres y mujeres se repartan al 50% estas tareas, sería necesario que dichas instituciones y parlamentos estuvieran constituidos al menos en un 50% por jóvenes menores de 30 años.
Tal vez ese aire fresco de juventud en el Parlamento del Estado, de las comunidades autonómas y ayuntamientos y en general en aquellos órganos e instituciones de representación popular permitiera que los jóvenes no pasasen de la política porque la política (los políticos) no pasaría(n) de ellos, como hasta hora.
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