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Columna
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Moda baño

Frasier ha vuelto a Canal+ con capítulos que ya fueron emitidos en su día, pero que en abierto sirven para crear nuevos devotos y reactivar el cerebro, chamuscado por el Festival de Benidorm, de los que todavía creen en la televisión y disfrutan con este prodigio de esgrima verbal calificado de 'humor inteligente'. Siguiendo las peripecias del doctor Crane y de su extravagante entorno (Niles, el neurasténico hermano esclavo de su invisible y ruin esposa Maris; Daphne, la vital asistenta; Martin, el padre parasitario) descubres que la expresión humor inteligente es una redundancia. Por cierto: en España, Frasier fue estrenada en Antena 3.

Ordem e progresso

Ésta es la inscripción que aparece en la bandera de Brasil, la misma con la que los jugadores triunfadores en el Mundial se secaban las lágrimas de emoción tras derrotar a los alemanes. Viendo las imágenes del fiestorro y la manera como, gracias a un par de genialidades y algún fallo del rival, se llevaron la copa salta a la vista que ni el orden ni el progreso tuvieron nada que ver en un asunto que ha movilizado a los brasileños, primero eufóricos, luego desmadrados y, finalmente, indignados con sus jugadores, a los que, sin compasión, lanzaron piedras más dolorosas que los aguerridos cánticos de Coto Matamoros en su recién estrenado Cotomix.

Polttergeist

A media mañana de un día laborable, TVE emite Las cuatro bodas de Marisol, ejemplo de cine desarrollista. Salen Marisol y Peret compartiendo rumba. Pese a los años, suenan de maravilla, tanto como la canción que interpretó Katty Claret en Versión española, con esa voz susurrante, afrancesada y flamenca. En Tele 5, María Teresa Campos es la anfitriona de un desfile de modelos enfundados en ajustados ejemplos de moda baño. La cara de los músicos que están en el estudio mirando a las chicas es de estupefacción. Las señoras del público, mientras tanto, rompen babas admirando la musculatura de los chicos marcando paquete. 'No son horas', parecen estar pensando. Con razón.

Tango ministerial

Pero para sofocos el del ministro Aparicio en el programa de Julia Otero en TV-3. El hombre cantó un tango de Gardel, y lo más triste es que no lo hizo mal del todo. Se afianza, pues, la tendencia a invitar a personajes y a sacarles la bestia que llevan dentro. Puestos a pedirle cosas raras, podrían haberle sugerido que resolviera el problema del paro. Pero la moda de que los profesionales se hagan famosos por motivos ajenos a su vocación también afecta a las serie de ficción. En Periodistas, por ejemplo, están todos en celo y desatienden las faenas propias de su cargo. Beben como cosacos y copulan con un frenesí que ya quisieran para sí los periodistas de verdad. Aunque este derroche energético tiene una explicación: la serie, como el mundo y La verdad de Laura, se acaba.

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