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Columna
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Pla

A Joan Ignasi Pla le quedan por despejar un par de dudas antes de aspirar seriamente a ser miembro del Consejo Jurídico Consultivo durante 15 años y tener a su disposición todos los colacaos implícitos en el estatuto de los ex presidentes de la Generalitat. Por una parte está la elaboración de las listas electorales, que es donde demostrará hasta qué punto es soberano en la organización que lidera, así como su voluntad de integración de los elementos más válidos de la biodiversidad socialista valenciana. O por el contrario, en qué extremo es rehén del contrafuerte lermista en el que se atrinchera y no puede impedir la regresión orgánica del partido. Por la otra parte, aún tiene pendiente la demostración de su talento político para lidiar con Eduardo Zaplana, que en pocos días le acaba de meter tres viajes propios de principiante. Sin duda, ésta ha sido una de las semanas más completas de Joan Ignasi Pla. Para empezar, víctima de su bisoñez (y acaso de sus propios compromisos con un Joan Lerma que ha estado haciendo el célebre doble juego catalán de la puta i la Ramoneta), ha quedado enmarañado en la envolvente de Zaplana, teniendo que asumir el desgaste de su propio electorado por la impopularidad de pactar un sueldo vitalicio para los ex presidentes. Después, ha tenido que ir a explicar lo importante que era el tema a TVE en el programa de uno de los periodistas de la corte de Zaplana, donde aprovechó para arrojar unos capazos de sombra sobre la confusión lingüística indígena al declarar que 'el valenciano y el catalán no son lenguas comunes'. Y para rematarlo, mientras Zaplana renunciaba a los privilegios ex presidenciales y saltaba de ese tren en marcha, ha tenido que tragarse el sapo del autoproclamado fascista Fernando Vizcaíno Casas, el comediógrafo que más ha insultado al PSOE, en la renovación del Consell Valencià de Cultura, siendo que el PP le había vetado al PSPV al eclesiástico Rafael Sanus y a la compositora Matilde Salvador por prejuicios ideológicos. Por no hablar del otro escuerzo: Juan Ferrando Badia. Todo ello, la misma semana que los guardias jurados impedían la entrada en el edificio de Canal 9 a tres diputados socialistas. Toma.

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