'El arte viene siempre acompañado de un demonio'
Richard Tuttle es un hombre delgado, huesudo, de manos curtidas y ropa de colores llamativos que habla lentamente y casi en susurros. Pese a estas muestras de timidez le gusta hablar y suele encadenar, sin descanso pero sin pausa, una idea con otra. El viaje de Santiago de Compostela a Oporto inspiró a Richard Tuttle (Nueva Jersey, 1941) una especie de 'ficción', tal como él la describe, un concepto que une a las dos exposiciones que se presentan simultáneamente en el Centro Galego de Arte Contemporánea y el portugués Museu Serralves. 'Lo que une los dos proyectos es la ficción que han provocado en mí, con la historia que cada una lleva detrás', afirma. 'Es importante recuperar la ficción verdadera, la fabulación, sobre todo ahora que vemos en la televisión tantas imágenes que todo parece ficción, y es sólo falsa ficción'.
'Yo me pongo límites, como todo artista. Y mis límites están entre la arquitectura y la caligrafía'
'Creo que un artista verdadero necesita ser entrenado en su oficio hasta dominarlo totalmente'
La ciudad gallega llenó a Tuttle con su sentido del viaje, la peregrinación, mientras la casa Serralves, una construcción modernista, inspiró al artista norteamericano cierto sentido romántico al conocer la historia de amor del conde de Vizela, Carlos Alberto Cabral que inspiró este edificio. 'Tengo suerte de que el trabajo que he tenido que realizar esté relacionado con dos lugares con tanta riqueza', dice Tuttle. 'Cuando preparas una exposición buscas esos estímulos y ves a tu alrededor lo que pueda ser útil, apropiado para enriquecer tus piezas. En Santiago siento la necesidad de mantener todo dentro de la mayor simplicidad, por el contrario, en Oporto me tienta hacer algo más complejo'.
Memento, titula Tuttle la mues-
tra de Oporto. Se trata de una sola pieza serpenteante, dividida en partes, que ocupa varias habitaciones. Están realizadas con materiales más que humildes, casi nimios y quizá por eso sorprende la debilidad de este artista por una historia tan mundana como la que lo inspiró. 'A veces las cosas empiezan a gestarse de manera inconsciente para luego hacerse algo plenamente consciente', continúa. 'En Serralves mi inconsciente explotó. Conocer la historia de amor de estas dos personas, el conde y la estrella de cine, me hizo sentir su presencia en la casa. Es un palacio como un Xanadú, con estancias en las que todo invoca la búsqueda de la belleza y yo me siento identificado con el conde porque me gustan los objetos hermosos. Pero sobre todo me atraen los jardines, sus colores, por eso mis piezas miran hacia fuera. Lo que más me interesa es provocar en el arte una respuesta a la naturaleza y que ésta responda a su vez al arte'.
El trabajo de Tuttle tiene referencias al paisaje, pero son siempre piezas concebidas para espacios interiores. 'Al hacerme mayor tengo cada vez mayor interés en saber de dónde vengo. Y no me refiero a mi genealogía familiar, sino a la artística. Mi primera exposición la hice en la galería Betty Parsons, en Nueva York, que era la galería de Barnett Newman, Jackson Pollock, Mark Rothko, Ad Reinhardt y otros. Entender la forma en la que ellos usaban el paisaje es ahora para mí muy importante. El tema de un paisaje puede transformarse en una emoción. El arte te da esa oportunidad. Por un lado está la tradición que parte de Courbet, que hizo del paisaje un tema para la pintura. De otro está Pollock que logró como nadie expresar la esencia de la emoción con su 'goteo'. Las gotas en sí no son nada, pero él lo elevó a la cima de la emoción en estado puro. Todos los artistas lo respetamos porque un pollock es ciento por ciento emoción, algo casi imposible de alcanzar. Y sus cuadros siguen vibrando con esa fuerza aún hoy. Si ves un Dekooning de 1948, es un Dekooning de 1948. Si ves un pollock en 2002 es una pintura de 2002'.
'Yo me pongo límites, como todo artista', explica. 'Mis límites están entre la arquitectura y la caligrafía. Toda mi vida está entre esas dos referencias, que son lo suficientemente ricas como para resultarme estimulantes. No puedes hacerlo todo, hay que escoger. La tecnología, la fotografía y otras formas pueden parecerme interesantes en la obra de otros, pero no para lo que yo hago, no para mi lenguaje. A veces tengo que contenerme para desarrollarme dentro de esos parámetros. Y no es que yo me reprima, es que dentro de las limitaciones en las que trabajo encuentro todo lo que necesito. No estoy insatisfecho. Todos tenemos talento para hacer muchas cosas, yo podría diseñar un jardín, pero eso te toma tiempo de algo que puedes hacer mucho mejor. Richard Serra, dice que le gusta mucho mi trabajo porque es frágil, delicado, todo lo contrario de lo suyo. Pero él hizo su elección. Serra suele decirme que es mi gemelo perverso. La gente cree que la creatividad del artista es indisciplinada, y es al revés. Es una hermosa disciplina. El artista representa a veces un caso extremo de individualismo y en otras el artista pierde esa individualidad para representar algo que la trasciende. En todo caso es una forma intensa de vivir. Tengo 60 años y esta mañana, preparando la exposición, me sentía muy excitado con lo que estaba haciendo. A esta edad la mayoría de la gente no encuentra estímulos'.
La exposición de Santiago se titula cENTER y está planteada como una continuación virtual de la otra exposición. Allí una parte de la muestra está organizada en forma espiral con una selección de los libros diseñados por el artista junto a sus piezas dedicadas al alfabeto. 'Los números y las letras siguen intrigándome por su ambigüedad', afirma Tuttle. 'En las piezas del alfabeto la parte azul representa a los números y la roja a las letras, y el pequeño espacio central, en blanco, es donde se inscribe la relación de ambos. Y a su alrededor los marcos se amplían a la sombra, a los muros, al edificio, al resto del mundo'.
Tuttle no ha perdido la inocen-
cia como artista. Sus obras mantienen una sencillez extrema, no sólo por los materiales que utiliza, sino por la sensación casi infantil que destilan. Su universo no ha sido corrompido por el mundo del arte. 'El arte viene siempre acompañado de un demonio', dice. 'Una de las primeras cosas que tiene que hacer un artista es las paces con ese demonio. Sólo después de ello puedes hacer que el arte salga de ti hasta que envejezcas, incluso puede embellecer mucho tu vejez. Pero muchos artistas no ven sus demonios, se niegan a verlos y no hacen las paces con ellos. Cuando el demonio aparece piensan que es el arte el que se opone a ellos, se enfadan y rechazan el arte. Si les sucede a los 50 años puede resultar muy doloroso llevarlos a la negación. Una pena porque el arte es algo para amar y compartir'.
'En Estados Unidos hay miedo al arte, y a los niños se les da una educación antiartística. No hay razón para temer al arte. Es el demonio que viene con el arte el que crea problemas. Todas las grandes civilizaciones, las grandes culturas, han sabido cómo hacer la paz con sus demonios. Las más pobres no lo han logrado y no tienen arte. Es ridículo pensar que el arte es una función sólo de los jóvenes. Muchos de los jóvenes que quieren ser artistas lo ignoran todo sobre el arte y sus demonios. Buscan el apoyo de las instituciones y otro tipo de integración en un sistema y no buscan en la esencia. En el siglo XIX, las vanguardias rechazaron el academicismo y ahora vivimos en un tiempo en el se cree que no es necesaria una formación académica. Pero yo creo que un artista verdadero necesita ser entrenado en su oficio, dominarlo, porque sólo así encuentra la capacidad de expresarse plenamente y, por tanto, la felicidad. Es como ser un buen esposo, hay que aprender a serlo. Veo a los jóvenes con las miradas ansiosas por las calles y no tienen ni idea de qué hacer con su pareja. No se puede ser un buen artista si no se tiene un entrenamiento suficiente'.
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