Un busto a Rojas-Marcos
Hace algunas semanas leí sorprendido la noticia de la posible marcha de Alejandro Rojas-Marcos, el padrino de la patria andaluza (que padre no hay más que uno y ése es Blas Infante), al Parlamento Europeo. Tierra la nuestra ingrata y poco dada a reconocer a sus hijos más señalados, quiero desde aquí proponer la erección de un monumento en su homenaje. Podría tratarse de un busto (o ¿por qué no? una estatua ecuestre... o incluso a lomos de un vagón del Metro). Su base se constituiría con las sólidas losas de pizarrita que ya adornan el centro de Sevilla, tan injustamente denostadas y cuyo origen los más insidiosos y desagradecidos atribuyen a las empresas de la familia cantábrica de nuestro prócer.
Como sentencia bajo la efigie, algo moderno pero tradicional, como 'Sevilla, cómo la he dejado', o bien el lema del nepotismo ilustrado del PA: 'Todo para el pueblo, pero sin los votos del pueblo'. Podría ubicarse en la portada del estadio llamado olímpico, su obra más celebrada y su financiación sería sencilla: se situaría bajo él un aparcamiento rotatorio, con concesión a un par de siglos, a cuyo concurso acudirían prontas las UTEs y empresas que conocemos en el sector, que a buen seguro sí sabrán reconocer como merece a nuestro dirigente; o bien partiría desde allí un útil carril-bici -tan reivindicados éstos por el homenajeado-, privatizado y de peaje, con dirección, por ejemplo, al llamado huevo de Colón.
El más apropiado momento para la inauguración llegaría cuando Sevilla fuera nominada, no ya sede, sino incluso candidata para los Juegos de, pongamos, 2128 (es múltiplo de cuatro, ¿no?). Tal vez nosotros ya no lo veamos, pero el gerente de Urbanismo, a buen seguro, seguirá siendo del PA.
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