Aeropuerto de Sabadell
Con motivo del último accidente de un Cessna 172 en la autopista C-58, han vuelto las polémicas municipales de los ayuntamientos que rodean al aeropuerto de Sabadell. Las llamadas a la seguridad son lícitas. Pero de ahí a exigir cerrar el campo de vuelo hay un gran trecho. Los terrenos donde se ubica el aeropuerto de Sabadell han desarrollado actividad aérea desde 1931, y su inaguración oficial se celebró tres años después. Por entonces, todo lo que le rodeaba eran campos y páramos. Pasando por épocas más o menos activas, nunca dejó de usarse como campo de aviación, mientras a su alrededor ha ido creciendo, con el paso de los años, una serie de pueblos y ciudades que prácticamente lo han fagocitado. El aeródromo ha formado a centenares de pilotos privados y comerciales, es un centro de trabajo para muchos, una fuente de riqueza para la zona y, en definitiva, un signo de progreso y modernidad. No es un capricho para cuatro usuarios como muchos proclaman. El aeropuerto lleva muchos años en el mismo sitio, quien ha ido a vivir cerca sabe lo que es y lo que comporta. En los 32.000 kilómetros cuadrados de Cataluña sólo hay cuatro aeropuertos con actividad continua y unos cuantos aeródromos con vuelos muy esporádicos. ¿Se imaginan que las demás localidades pidiesen el cierre de autopistas por ruidosas, de petroquímicas por peligrosas, de ríos por húmedos o de vías de tren por posibles descarrilamientos, y que encima todas esas infraestructuras llevasen años y años abiertas...? Mal andaríamos.