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20 menores de los reformatorios recibirán formación en diversos oficios

Los tres reformatorios cerrados madrileños para menores autores de delitos graves ofrecerán desde octubre a 20 de sus internos (hay 74) la posibilidad de capacitarse profesionalmente en el mantenimiento integral de edificios y zonas verdes. El objetivo es la inserción laboral de estos muchachos una vez que cumplan las medidas ordenadas por los jueces. La iniciativa, organizada por las consejerías de Servicios Sociales y de Trabajo, va dirigida exclusivamente a los jóvenes ya juzgados, no a los preventivos (pendientes de juicio). Diez de ellos serán internos de los reformatorios Renasco y El Madroño, en Carabanchel, y los otros diez de El Pinar (Fuencarral).

Los cursos, remunerados, tendrán una duración de un año y serán impartidos, en la modalidad de casas de oficios, por la Fundación Tomillo, que ya desarrolla programas formativos con otros colectivos desfavorecidos.

En los seis primeros meses los chavales recibirán formación teórica en albañilería, fontanería, electricidad, pintura, jardinería, prevención de riesgos laborales, informática y sensibilización ambiental. Se les ofrecerá también formación compensatoria básica (redacción, cálculo, geografía...), ya que muchos tienen un nivel de escolarización muy bajo. En esta fase los alumnos cobrarán una beca de seis euros al día.

La segunda parte del programa contempla la contratación de estos jóvenes durante otros seis meses para que apliquen los conocimientos adquiridos en el cuidado de los propios centros donde están internados. En ese tiempo percibirán el 75% del salario mínimo interprofesional (unos 330 euros mensuales).

Portavoces de la Consejería de Servicios Sociales explican que en los reformatorios ya existen algunos talleres de carpintería y jardinería en los que los internos reciben formación 'y perciben un incentivo de tres euros al día'. Por ejemplo, en El Madroño hay un taller de marquetería donde se fabrican juguetes y muebles para las residencias de menores desamparados. Los internos de ese centro de Carabanchel cuidan también de una granja-escuela, con animales y huerto, que recibe visitas de escolares.

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