Del esplendor a la 'guillotina'
j6m, un símbolo de la nueva economía acosado por los problemas y los accionistas
'¿Hay que tener miedo de la nueva economía?', se preguntaba Jean-Marie Messier en la portada de la autobiografía j6m.com (un juego de letras a partir de las iniciales de su nombre y apellidos, en los que aparecen una jota y seis emes), en la que explicó las claves que le habían llevado a convertirse en uno de los amos del universo. De eso hace sólo dos veranos. El patrón de Vivendi contaba 44 años y no hay como juntar juventud y ambición desmedidas para superar todos los obstáculos. El 20 de junio de 2000, un hombre exultante anunciaba la fusión con los dueños de los estudios Universal, en lo que creía era la cima del éxito.
'Acaba de comenzar el año 2000 y un día de enero, me doy cuenta brutalmente de que estamos cambiando realmente de siglo, de que entramos en un nuevo mundo', cuenta Messier en el relato de su vida. Llevaba cuatro años en Vivendi cuando Time Warner y America Online (AOL) anunciaron su fusión. Messier pensó en las reacciones que esto iba a suscitar en Francia, 'ese país donde los fans de Internet son observados aún como unos nuevos bárbaros', y el gran visionario se decidió: 'Nosotros no podemos quedarnos al margen de esos grandes movimientos de concentración', escribió.
Alumno de la Escuela Nacional de la Administración (ENA), cantera de toda la élite francesa, había iniciado una corta carrera política al lado de Édouard Balladur, que fue primer ministro entre 1993 y 1995, y participó en el diseño de las privatizaciones. Pero Balladur fue derrotado por Chirac en las elecciones presidenciales de 1995 y le hizo girar a Messier hacia el mundo empresarial, en el que logró presidir la Compañía General de Aguas, transformada después en Vivendi.
Cuando los socialistas llegaron al poder, Messier se mostró comprensivo hacia la política de las 35 horas y se enfrentó a Medef, la principal patronal. En los años siguientes se lanzó a las adquisiciones en el mundo de la comunicación; en su perímetro fueron entrando Havas, convertida en la cabeza de toda la actividad editorial del grupo, la empresa televisiva Canal + Francia o la compañía telefónica Cegetel, creada para combatir el monopolio de France Télécom.
Obsesionado por la idea de no llegar tarde a la cita con el siglo XXI, trató de reunir todos los contenidos posibles -música, cine, televisión, edición- con las telecomunicaciones que sirven de soporte para Internet. En plena burbuja de la nueva economía, se dio cuenta de que no hacía falta dinero contante y sonante para abordar grandes aventuras, sino convencer a los mercados y jugar a fondo la carta de la capitalización bursátil.
En el máximo de los secretos abordó en 2000 un ajedrez de operaciones que, para mayor seguridad, llevaban todas nombres en clave. 'Wine' era el nombre codificado de Vivendi, que Messier prefirió reescribir como 'Win' (ganar, en inglés). La fusión intentada con la alemana Mannesmann no progresó; con la británica Vodafone lanzó un portal de Internet llamado 'Vizzavi', pero lo más brillante fue la operación 'Secret', que unió a Vivendi con la compañía canadiense Seagran, dueña de los estudios Universal y de grandes activos en el terreno de la música.
Orgullo supremo para un francés, Messier se trasladó a Nueva York e inició su conquista del Oeste con una intensa cobertura mediática. Por desgracia, el desembarco físico en los Estados Unidos se produjo unos días antes del 11 de septiembre. La coyuntura comenzó a girar bruscamente y en su país de origen se hizo aún más impopular al declarar la muerte de la 'excepción cultural'.
El desplome bursátil fue el pretexto para llevarle a la guillotina.
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