LAS CUENTAS DE LA REINA
70.000 euros en alcohol, 37.000 en flores, 500.000 en electricidad, un millón en teléfono... La reina Isabel de Inglaterra ha abierto su contabilidad al público y un sector de sus súbditos se entretiene estos días en calcular cuántas botellas de ginebra se consumieron el año pasado en las residencias palaciegas, cuántas bombillas se fundieron o cuánto cobraron sus empleados. No falta detalle en las partidas de gastos de la primera familia del Reino Unido, aunque todavía hay quien protesta. Diputados de tintes aparentemente republicanos, el laborista Alan Williams y el liberal demócrata Norman Baker, entre ellos, piden que las cuentas de la Reina se sometan a una auditoría oficial. Desean escrutar el buen destino de los 7,9 millones de libras (unos 12 millones de euros) que el Parlamento entrega cada año a la soberana. Han perdido su baza, al menos de momento. La casa real británica, advierte sir Michael Peat, responsable de las finanzas con su magnífico título de cuidador del monedero privado, es uno de los 'más efectivos y abiertos usuarios del dinero público'. Sir Michael tenía motivos para sonreír. Los gastos globales, incluidos viajes oficiales y mantenimiento de las residencias, que se cubren con una subvención adicional, crecieron el año pasado un 1%, hasta un total de 35,3 millones de libras (unos 55 millones de euros).
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