Feliciano López, el superviviente desconocido
El toledano, único español en octavos al ganar al alemán Schuettler
Lo que más ha cambiado en Feliciano López es su cabeza. Parecía tenerla perdida tras ser uno de los júniores más destacados del panorama español. Sus devaneos amorosos y sus ansias por vivir la vida le hicieron tomar un camino equivocado para evolucionar en un mundo tan competitivo como el del tenis. Sin embargo, su primera aparición en Wimbledon parece haberle puesto los muebles en su sitio. 'Lo más importante', confiesa este toledano de 20 años, 'es que ahora confío en mi mismo'.
Sin que nadie contara con él, López se convirtió ayer en el primer español que alcanza los octavos de final de Wimbledon desde que Sergi Bruguera, doble campeón en Roland Garros, lo lograra en 1994. Feli, como le llaman sus amigos, superó al alemán Raemon Schuettler, 17º cabeza de serie, por 3-6, 7-6 (9-7), 6-4, 6-4 en más de dos horas, y entró en la historia casi sin darse cuenta. 'Estas pistas me gustan', confesó. 'Siento que la hierba me va bien. No creo que haya ningún español que saque y suba por sistema como yo'.
Las estadísticas de su último partido avalan sus palabras. No es habitual que un español coloque 17 aces en un partido, que haga 7 dobles faltas -lo que indica que arriesga-, pero sobre todo que gane 42 puntos en la red de los 71 jugados. Hace falta una mentalidad ofensiva innata para alcanzar estos números. Y la mayoría de españoles no la tienen. Y Wimbledon se convierte para la mayoría en un suplicio: les obliga a cambiar su mentalidad; a jugar de otra forma.
Y ahí es donde Feliciano tiene terreno ganado. Destacó desde los cuatro años cuando cogió la raqueta en Melilla, donde residía su padre, teniente coronel del ejército y ahora director deportivo de la Federación de Madrid. Despertó expectativas a los 11 en Madrid, y luego en el CAR de Sant Cugat, junto a Tommy Robredo. Y más aún cuando, a los 16, superó la fase previa del Trofeo Godó. Y siempre, con un juego basado en el saque y la volea. Pero le perjudicaron sus locuras: por una apuesta se rompió la muñeca derecha al intentar tocar con el pie el larguero de una portería de balonmano.
Junto a Francis Roig, su entrenador, parece haber encontrado su estabilidad y su mejor juego. Ya está entre los 100 primeros del mundo, y el lunes tendrá la posibilidad de alcanzar los cuartos de final ante el brasileño Andre Sa, un rival accesible.
Es el único español en octavos. Allí no estará Ferrero, ni Robredo, ni tampoco Conchita Martínez, que ayer perdió un partido que pudo ganar ante la estadounidense Lisa Raymond por 2-6, 6-3, 6-2.
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