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Reportaje:TEATRO

Avignon, festival híbrido

El programa oficial del Festival de Avignon 2002 propone 44 espectáculos en el sentido amplio del término, que se reduce a 36 si nos ceñimos a una concepción tradicional de 'representación', sea teatral o de danza. De esos 36 merecen el calificativo de 'creación', es decir, de nueva producción, un total de 18, pero otros cuatro tienen la categoría de estreno en Francia.

De los 36 montajes, 26 son de autores contemporáneos, consagrados como Thomas Bernhard o Heiner Müller, o muy recientes como el madrileño Rodrigo García o Martin McDonagh, mientras que el resto son clásicos de naturaleza muy distinta, pues el adjetivo es válido para Shakespeare o Maurice Maeterlinck, pero se refiere a mundos que tienen poco que ver.

La lengua utilizada en la mayoría de las 36 propuestas es el francés, pero tres de los espectáculos son en italiano, dos en español, dos en polaco y uno en árabe, otro en ruso y un tercero en búlgaro. Los directores americanos, rusos, tunecinos, brasileños, argentinos, alemanes o húngaros coexisten con los franceses de la misma manera quelas troupes vienen de Varsovia, Buenos Aires, Bucarest o Senegal y no necesariamente de París.

Si en 2001 la gran estrella del festival fue Isabelle Huppert dando vida a Medea, esta vez el más célebre de entre los grandes actores que reúne Avignon será Michel Bouquet, un monstruo sagrado del teatro pero también del cine -Chabrol, Truffaut, Van Dormael, Corneau o Fontaine le han propuesto sus mejores papeles en la pantalla- que esta vez acude para ser Minetti, personaje ideado por Thomas Bernhard.

Para Bernard Faivre d'Arcier, director del festival, hay varias cuestiones que merecen ser destacadas. 'En la medida en que hay una mayoría de creaciones eso significa que hemos tomado nuestra decisión de programadores a partir de un proyecto y no sobre un montaje visto. ¡Eso da la medida del riesgo que aceptamos y que hacemos correr también a los espectadores!'. El número de espectáculos es menor que en ediciones anteriores, pero el número de representaciones y de billetes puesto a la venta es mayor.

Avignon 2002 estará mar

cado también, según su director, por 'el híbrido, que es símbolo de nuestro tiempo. Hoy el debate entre los partidarios del repertorio y los defensores de la escritura contemporánea es tan artificial como el que enfrenta la danza pura al teatro de texto'. Numerosos montajes cabalgan, literalmente, entre varios géneros, como una Tragédie de Macbeth que los actores recitan a caballo. Eso sí, como en los festivales de cine, en el de Avignon también escasea la comedia. 'Es verdad que Heiner Müller, Rodrigo García, Sarah Kane o Jon Fosse tienen una escritura de la que se destila una visión del mundo sombría, desesperada incluso. Pero ésa es una característica del teatro: mostrar la verdad de frente. Michel Bouquet dice que el teatro es una escuela de la verdad en la que la crueldad tiene su lugar', concluye Faivre d'Arcier.

Dejemos a un lado el off, esa feria que reúne más de 600 montajes y de la que cada uno habla según como le fue en ella. La programación oficial propone otro tipo de garantías que las de la ruleta. Así, en el espacio prestigioso de la Cour d'honneur, Eric Lacascade presentará su Platonov, un Chéjov de juventud del que se espera mucho precisamente porque el propio Lacascade ha montado antes otros chéjovs con solvencia e imaginación. Y en ese mismo escenario Sasha Waltz, la coreógrafa y codirectora de la berlinesa Schaubühne, descubrirá noBody, un espectáculo sobre la ausencia.

Si la Cour d'honneur, por el mero hecho de haber acogido a Maria Casares, Antoine Vitez, Isabelle Huppert, Vittorio Gassman, George Wilson o Michel Piccoli, ya crea expectativas, ¿qué decir de la, a priori, locura de adaptar a la escena el famoso Cuarteto de Alejandría de Lawrence Durrell? El estadounidense Stuart Seide lo ha hecho y nadie sabe si se nos harán largas o cortas las cuatro horas que pasaremos en la cantera de Boulbon viendo como Justine, Clea, Baltazhar y Mountolive explican su versión de los hechos.

De Bertolt Brecht se ha escrito y dicho mucho, demasiado, pero quedan obras suyas desconocidas, como La decisión, que fue prohibida, primero por la República de Weimar que vio en este 'oratorio pagano' un panfleto comunista, luego por los nazis, por las mismas razones, y más tarde por las autoridades de la RDA por 'desviacionismo' y, sobre todo, por su discurso antiestalinista. La decisión se presentará además junto con Mauser, un texto de Heiner Müller que éste escribió precisamente en respuesta a la obra de Brecht. Un programa doble que es un estreno mundial.

Queda dicho que hay que ver a Bouquet en Minetti, que los nuevos montajes de la Societas Raffaello Sanzio son una referencia para cierta modernidad, que del irlandés Martin McDonagh hay que esperar lo mejor y lo más rabioso, que la idea del australiano Daniel Keene de interesarse por la figura del asesino mitómano Albert Speer hace que La marche de l'architecte sea un espectáculo que se espere con mucha curiosidad.

¿Ideas insólitas? La de convertir la película Festen en una obra de teatro; la de Stefan Moskov agrupando textos de criados célebres, de Snagarelle a Sancho Panza pasando por Falstaff en la Commedia del servitore; la de Junun, que aprovecha un caso de esquizofrenia para hablar de la situación de Túnez -francófono y árabe, liberal y dictadura, etcétera- o la del grupo Periférico de Objetos que usa el suicidio para hablar de la Argentina actual. Son algunas de las ideas inesperadas o sensatísimas que desfilarán por los variados escenarios de Avignon 2002 entre el 5 y el 27 de julio.

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