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FESTIVAL DE GRANADA
Columna
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El violonchelo y la lluvia

El prestigioso Philarmonia Quartett Berlin, compuesto por los concertinos de la Filarmónica berlinesa Daniel Stabrawa (violín), Christian Stadelmann (violín), Neithard Resa (viola) y Jan Diesselhorst (violonchelo), ofreció anteayer por la noche en el Hospital Real de Granada, a pesar de la tormentosa e irreverente climatología, un espléndido concierto con tres cuartetos muy diferentes entre sí: el número 11 en Fa menor, op. 122 de Dimitri Shostakovich, el número 3 en La mayor, op. 41 de Robert Schumann y el 3 en Si bemol mayor, op. 67 de Johannes Brahms.

El concierto empezó en el patio de los Mármoles y terminó su peregrinar bajo el techo del crucero del mismo edificio. La lluvia lo quiso así.

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Frecuentemente se atribuye al violonchelo una cierta magia en su sonido, un poder subterráneo; Diesselhorst lo ejerció, y eso sin detrimento de los demás arcos, fuertemente imbricados, de oficio largo y demostrado en una especial sensibilidad comunicativa y concepto del 'ensemble'. Ellos estaban relajados, tocando con placer. Iban vestidos informalmente con chalecos de seda y leontinas vistosas, algo poco ortodoxo que daba un tono tan vienés como familiar a la velada.

Finalmente, en el cuarto movimiento del Schumann, con la entrada en el allegro molto vivace, empezó fuera la lluvia con quedo crepitar y entró hasta la sala el olor de la tierra mojada de los parterres y del verde agradecido, con una brisa menos tibia y relajando definitivamente el concierto de tres cuartetos que tienen, en común, finales intensos donde las propias lecturas no dudan de su leyenda. Son músicas poderosamente reflexivas, cada una en su esfera de percepción moral y su estética, ya sea el carácter ballabile al final del Schumann o la grandeza placentera del Brahms. El final de Shostakovich tampoco se había olvidado a pesar de la mudanza, y como siempre en él, era una invitación al discurso de la ars poetica por encima de todas las circunstancias, lluvias y relámpagos incluidos.

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