_
_
_
_
FESTIVAL DE GRANADA
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El violonchelo y la lluvia

El prestigioso Philarmonia Quartett Berlin, compuesto por los concertinos de la Filarmónica berlinesa Daniel Stabrawa (violín), Christian Stadelmann (violín), Neithard Resa (viola) y Jan Diesselhorst (violonchelo), ofreció anteayer por la noche en el Hospital Real de Granada, a pesar de la tormentosa e irreverente climatología, un espléndido concierto con tres cuartetos muy diferentes entre sí: el número 11 en Fa menor, op. 122 de Dimitri Shostakovich, el número 3 en La mayor, op. 41 de Robert Schumann y el 3 en Si bemol mayor, op. 67 de Johannes Brahms.

El concierto empezó en el patio de los Mármoles y terminó su peregrinar bajo el techo del crucero del mismo edificio. La lluvia lo quiso así.

Más información
Homenaje a la bailaora Pilar López Júlvez

Frecuentemente se atribuye al violonchelo una cierta magia en su sonido, un poder subterráneo; Diesselhorst lo ejerció, y eso sin detrimento de los demás arcos, fuertemente imbricados, de oficio largo y demostrado en una especial sensibilidad comunicativa y concepto del 'ensemble'. Ellos estaban relajados, tocando con placer. Iban vestidos informalmente con chalecos de seda y leontinas vistosas, algo poco ortodoxo que daba un tono tan vienés como familiar a la velada.

Finalmente, en el cuarto movimiento del Schumann, con la entrada en el allegro molto vivace, empezó fuera la lluvia con quedo crepitar y entró hasta la sala el olor de la tierra mojada de los parterres y del verde agradecido, con una brisa menos tibia y relajando definitivamente el concierto de tres cuartetos que tienen, en común, finales intensos donde las propias lecturas no dudan de su leyenda. Son músicas poderosamente reflexivas, cada una en su esfera de percepción moral y su estética, ya sea el carácter ballabile al final del Schumann o la grandeza placentera del Brahms. El final de Shostakovich tampoco se había olvidado a pesar de la mudanza, y como siempre en él, era una invitación al discurso de la ars poetica por encima de todas las circunstancias, lluvias y relámpagos incluidos.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_