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Mundial 2002 | Alemania, primer finalista

El orgullo de Varsseveld

Isabel Ferrer

Varsseveld, un pueblecito de 6.000 habitantes situado en el este de Holanda, vivió ayer una jornada gloriosa. Con ayuda de la multinacional coreana Samsung, que desplazó a 250 de sus empleados e instaló varias pantallas enormes al aire libre para que los vecinos pudieran seguir el partido, Guus Hiddink fue elevado a la categoría de hijo predilecto del lugar. Para los turistas coreanos que puedan permitírselo, la patria chica del entrenador que les ha hecho vibrar será la parada obligada de sus vacaciones.

Hasta su elevación a la categoría de héroe local entre los hinchas orientales y sus paisanos occidentales, Hiddink era un buen chico que se ganaba la vida con su afición favorita. Ayer, una floristería de Varsseveld vendía saquitos con su 'tierra natal'. Y un comercio de motos hacía lo propio con unos carteles que le mostraban subido a su Harley Davidson favorita.

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Casualmente, el Ayuntamiento se reunió para hablar de finanzas y el impulso que la fama de Hiddink podría dar a la economía local no pasó inadvertido. Aunque Varsseveld es una zona agrícola y maderera, el turismo exótico a gran escala resultaría más lucrativo. Una posibilidad vislumbrada por el lema de las camisetas de los hinchas asiáticos: 'Para ganar sólo necesitamos a un holandés'.

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