_
_
_
_
SIGNOS
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

'Camaronmanía'

Tendría Camarón unos 12 años cuando se empezó a hablar de un gitanito rubio que paraba por la famosa venta, a la entrada de San Fernando. Que si Caracol, que si Lola Flores, que si La Perla...; el caso es que el mito empezó a extenderse como una mancha de aceite por toda la marca flamenca. Hablamos de un pequeño territorio situado en la margen izquierda del Guadalquivir, entre Sevilla y Los Puertos. En esta comarca se sitúan todas las localidades creadoras del primitivo flamenco: Triana, Alcalá, Utrera, Lebrija, Jerez, Los Puertos y Cádiz.

En la marca flamenca, para ser alguien, tienes que moverte con soltura por los estilos primitivos: tonás, martinetes, deblas, carceleras, seguiriyas, livianas, soleares y bulerías. El resto es folclore aflamencado. Pues bien: nuestro héroe, con 16 años, ya era un cantaor consagrado, como lo demuestra en su último y póstumo CD, Antología inédita. Sabemos que el mito iba creciendo con sus actuaciones en Sevilla, sus primeros festivales flamencos y, sobre todo, con su marcha al tablao Torres Bermejas de Madrid, donde impuso, definitivamente, su reinado sobre el pequeño universo flamenco.

Ser el punto de mira del pueblo gitano es algo que a Camarón le sacaba de quicio

Lo que nunca supimos es cuándo, ni de qué manera, empieza a convertirse en el príncipe de un pueblo perdido en la niebla: el pueblo gitano. Y, señoras y señores, no es lo mismo tener fans que tener adoradores. Camarón, casi de pronto, se convierte en un símbolo para la juventud gitana que se viste y peina a la moda Camarón. Fue el primer gitano famoso con barba y el primer gitano que rasgó el velo del templo flamenco para introducir, por derecho, la batería, el bajo o la guitarra eléctrica. De acuerdo en que primero fue Smash, en 1969, con su cantaor Manuel Molina. Pero hasta que Camarón no grabó La leyenda del tiempo (1979) el colectivo flamenco no se lanzó a la fusión con la legitimidad que le otorgaba su Príncipe... Si lo hace Camarón es bueno, es gitano.

Ser el punto de mira de todo un pueblo es algo que a Camarón le sacaba de quicio. Recuerdo un día que fuimos a casa de Raimundo Amador, en las Tres Mil Viviendas. A la salida, una hora más tarde, la casa de Raimundo estaba rodeada por un ejército de gitanas con los niños en el cuadril. Se había corrido la voz de que allí estaba Camarón, en su barrio miserable y maldito, y las madres gitanas le llevaban a sus hijos para que Camarón, el más asustado de todos los niños, los bendijese con su sonrisa mellada y pícara.

¿Qué sentía Camarón en esas situaciones? Puedo decir que terror e impotencia, porque José Monge fue el más humilde de los artistas que he conocido. No sé si fue consciente de la mitomanía que le rodeaba pero sí puedo afirmar que mientras más crecía el mito Camarón, más se escondía de la gente y, particularmente, de sus adoradores gitanos. El 2 de julio recordaremos 10 años más sin Camarón, pero el mito sigue creciendo y traspasando fronteras. ¿Hasta cuándo? ¿Hasta dónde?

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Su legado discográfico es importante y goza de buena salud. Sus discos, como los de Mozart o los Beatles, siguen estando en grandes almacenes, gasolineras y mercadillos. Su música acompaña las vigilias de pintores y escritores y las faenas domésticas de miles de mujeres que encienden la magia de su voz para encarar un día más de su existencia. Y es que, como dice Martirio, 'contra la depresión, Camarón'.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_