Cerca del 10% de la población gitana andaluza aún vive en chabolas
Portavoces calés critican el 'clientelismo' en las políticas sociales
La población gitana andaluza ha experimentado en la última década un cambio positivo en cuanto a su integración social gracias al desarrollo general y a las políticas de ayuda. Sin embargo su situación sigue siendo deficiente respecto al resto de la sociedad como refleja el hecho de que cerca del 10% de la población gitana vive en asentamientos segregados, especialmente chabolas.
La Fundación del Secretariado General Gitano ha organizado entre ayer y hoy un seminario en Granada para analizar el resultado de las políticas de integración que se han llevado a cabo en los últimos años en Andalucía y sugerir las nuevas líneas que la administración autonómica y las asociaciones deberían seguir a partir de ahora en este campo.
El responsable andaluz de la Fundación, Humberto García, criticó ayer las 'políticas sociales improvisadas' que en muchos casos se están llevando a cabo en esta Comunidad y en las que interviene frecuentemente el 'clientelismo político'. 'Las políticas desarrolladas hasta ahora han generado unos efectos perversos', explicó García, 'porque se conceden subvenciones a las asociaciones muchas veces sin otro criterio que el del oportunismo político o los intereses partidistas'. Como consecuencia de esta situación el ponente del seminario aseguró que la finalidad principal de muchas organizaciones es obtener subvenciones.
No obstante, los representantes del movimiento asociativo y los miembros de la Administración que participaron en el seminario coincidieron en que las políticas de integración han mejorado la situación de los gitanos en los últimos años. El director general de Bienestar Social de la Consejería de Asuntos Sociales de la Junta, José Mora, aseguró que el 70% de las 30.000 familias que sufren marginalidad severa en Andalucía y tienen que recibir ayuda económica son gitanas.
El director de la Fundación de Secretariado General Gitano, José Manuel Fresno, apuntó que los avances de los que se han beneficiado la mayoría de los gitanos no han permitido las cuotas de bienestar social del resto de la población. Prueba de ello es que la esperanza de vida de este grupo social es 8 o 9 años inferior a la media o que los niveles de instrucción son inferiores, sobre todo porque 'la mayoría de los gitanos no pasan de la enseñanza obligatoria en el caso de que la acaben'. A pesar de todo hay datos alentadores como que el 94% de los niños gitanos accede al colegio o que el 70% recibe atención escolar antes de los seis años, que es el mínimo obligatorio.
A juicio de Fresno, a partir de ahora se debería avanzar en la identificación y ayuda de los segmentos de población gitana que padecen mayor exclusión.
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