_
_
_
_
Reportaje:Mundial 2002 | El polémico adiós de España

La canción de todos los veranos

En el Mundial, como en casi todos los torneos, aparecen los favores arbitrales al anfitrión y al favorito con las consiguientes quejas del resto

Minuto 81: el argentino Monti consigue batir al portero francés Thépot y tres minutos después, a seis del final, el árbitro brasileño Almeida Rego decreta el final del partido. El hecho ocurrió en julio de 1930, en el primer Mundial de la historia, celebrado en Uruguay. Sin antecedentes previos, sin negocio económico, sin árbitros exóticos, sin guerra de poder en la FIFA, la sospecha arbitral es tan vieja como el fútbol. El egipcio Ghandour, el trinitense Ragoonath o el ugandés Tomusange, que acribillaron a España con una ráfaga de errores el sábado ante Corea, no han inventado nada. Simplemente han seguido el guión.

El Mundial 2002 pasará a la historia por el declive arbitral, aunque sólo añada una línea más en una historia universal de la debilidad humana. Si acaso propone la novedad de que una televisión, la RAI, anuncie medidas legales contra la FIFA por daños y perjuicios, tras la eliminación de Italia, la gran maltratada del torneo.

De los 13 partidos más polémicos, 10 fueron dirigidos por árbitros europeos o americanos
Brasil y Corea han sido ahora las más beneficiadas; Italia, la más perjudicada
Más información
Woon: 'Las ayudas arbitrales son un regalo de Dios'
Un arbitraje nefasto
'¡Vaya atraco!'

El Mundial de Corea y Japón no ha alterado el orden establecido: apoyar al de casa y defender la jerarquía. Es decir, Corea -con representación en la directiva de la FIFA- y Brasil. Japón sólo halló algún favor en su decisivo partido ante Rusia.

Es el escándalo de cada cuatrienio. Ocurrió en 1938, con la permisividad arbitral ante el juego duro de Italia; en 1954, Hungría vio con estupor cómo se le anulaba un gol a Puskas en la final contra Alemania; en 1958, Alemania conseguía un gol que no había traspasado la línea de meta; en 1966, el damnificado fue Uruguay, con dos expulsados y una mano no pitada al alemán Schnellinger (como la de Frings este año ante EE UU). En la final, se produjo el famoso gol de Hurst que no traspasó la línea.

El Mundial de España en 1982 inició el calvario de la Unión Soviética, martirizada por el árbitro español Lamo Castillo que no les señaló dos claros penaltis a su favor. Cuatro años más tarde, los soviéticos encajaron dos goles de Bélgica en fuera de juego, aunque el Mundial mexicano pasó a la historia por la famosa mano de Dios de Maradona, ante Inglaterra. El calvario soviético continuó en Italia donde la mano de Maradona sirve, en esta ocasión, para evitar un gol. El Mundial italiano, en 1994, pasó a la historia por el codazo de Tassotti a Luis Enrique.

La lista sería interminable y los casos de perjuicios al fuerte en beneficio del débil, escasa. El presente Mundial no podía ser una excepción. Corea, en su papel de anfitrión, ha gozado del favor arbitral en cuatro de los cinco partidos disputados. Contra EE UU, el suizo Urs Meir fue el único que vio el penalti de Agoos a Hwang; contra Portugal (0-1), el argentino Ángel Sánchez expulsó a dos jugadores portugueses, mostrándose especialmente estricto con el defensa Beto; contra Italia (2-1), el ecuatoriano Byron Moreno anuló un gol legal a Tomassi y expulsó injustamente a Totti, que no simuló, sino que sufrió, la falta; y contra España (0-0), el trío arbitral, comandado por el egipcio Ghandour, suplió las deficiencias de los tres centrales surcoreanos.

Brasil, en su papel favorito, ha caminado sobrado de goles en el campeonato, pero cuando ha hecho falta los árbitros han echado el resto a su favor. Turquía fue la primera selección en entenderlo, cuando el surcoreano Young Joo Kim decretó penalti por una falta producida clamorosamente fuera del área y expulsó a Unsal por lanzar un balón contra Rivaldo, que exageró y simuló la agresión. La FIFA, aún tranquila, sólo sancionó económicamente al jugador brasileño del Barça. Ante Bélgica, en octavos de final, con 0-0 en el marcador y en pleno dominio del equipo europeo, el árbitro jamaicano Prendergast anuló un gol legal a Wilmots por una falta que luego reconoció como inexistente. Curiosamente, ninguna de las dos selecciones tienen errores arbitrales en contra.

Extrañamente, la más perjudicada ha sido Italia, maltratada ante la débil Croacia, con dos goles anulados a Vieri y Materrazi, y frente a Corea, en octavos de final.Son ejemplos obvios de un Mundial que acumula al menos 13 partidos bajo sospecha, incluyendo la lastimosa actuación de López Nieto en el crucial Alemania-Camerún, donde batió el record de tarjetas (16) en los Mundiales, eso sí democráticamente repartidas. Las otras selecciones afectadas han compartido decisiones favorables y contrarias. En el fondo, el Mundial sólo amplifica la vida cotidiana del arbitraje en cada país: las decisiones están siempre condicionadas por las mismas circunstancias. Ante la duda, se favorece al de casa o al de mayor rango, a sabiendas de que en tales circunstancias el eco del error será infinitamente menor. El problema, en el Mundial como en las ligas nacionales, llega cuando las dos circunstancias conviven en el mismo partido. En la Copa del Mundo, ha prevalecido el factor casero y los favores a Corea han supuesto la eliminación de selecciones con pedigrí como Italia o España. Es la lógica de los campeonatos del mundo: nadie quiere jugar contra el país organizador, porque exige un esfuerzo suplementario para alcanzar la victoria, derribar al contrario y superar la tendencia arbitral. Un gol, generalmente, no basta para ganar.

Los errores arbitrales han tenido poco que ver con la procedencia de los colegiados. Los 13 partidos decididos por el silbato, han tenido protagonismo de casi todos los continentes: dos asiáticos, seis europeos, un africano y cuatro americanos. Sólo el único árbitro australiano, Shield -que dirigió el Túnez-Bélgica-, ha salido indemne. Alemania y Turquía pasarán el último examen. Los primeros ya anuncian sus temores de enfrentarse al anfitrión. Los segundos, al máximo jerarca. La FIFA siempre ha combinado el negocio que oferta el país organizador y el prestigio que propone el máximo favorito. España e Italia, al parecer, no se incluían ni en lo uno ni en lo otro.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_