Salarios e inflación
Esta semana hemos conocido el Índice de Costes Laborales (ICL) del primer trimestre, estadística del INE introducida el año pasado en sustitución de la Encuesta de Salarios iniciada en 1981. Respecto a ésta, introduce muchas mejoras y novedades. La primera, que se adapta a los criterios establecidos por Eurostat para todos los países de la UE, por lo que los resultados son perfectamente homologables y comparables con los demás países. Una segunda mejora es que recoge los costes laborales totales, es decir, los costes salariales y los otros costes, entre los que se encuentran las cotizaciones de las empresas a la seguridad social y las percepciones no salariales. La anterior encuesta sólo recogía los costes salariales. También se mejora la información sobre las horas pactadas y trabajadas y la representatividad de muchos sectores productivos (siguen quedando fuera la agricultura, el sector público y el servicio doméstico). La muestra se extiende a unos 19.000 centros de cotización a la seguridad social, lo que permite una gran robustez de los resultados incluso a nivel de CCAA.
Parece como si fueran los empresarios los que estuvieran matando la gallina de los huevos de oro de la competitividad
Entre los muchos datos ofrecidos por la encuesta, puede destacarse que el coste laboral total por trabajador y mes ascendió en el primer trimestre a 1.824,7€ (303.605 ptas), un 4% más que en igual periodo del año anterior. De esta cifra, el 74% correspondió a costes salariales, que aumentaron un 3,7%, mientras que los costes no salariales lo hicieron en un 5%. Durante el pasado año el aumento medio del coste laboral total fue del 3,5%, lo que quiere decir que, como sucede con los precios de consumo, también estamos frente a una aceleración de los costes, y ello incide en el mismo fenómeno ya comentado el domingo anterior, es decir, que la economía española tiene un problema inflacionista serio que merma su competitividad y acabará pagando a medio plazo en forma de menor crecimiento del PIB y del empleo.
El aumento del coste laboral en el primer trimestre y la aceleración respecto al año anterior contradicen la impresión que se obtiene a través de los convenios colectivos, pues éstos recogen subidas del 3% en los primeros meses del año, siete décimas porcentuales menos que en 2001 (gráfico izquierdo). También se pone de manifiesto que las rentas salariales no están perdiendo poder adquisitivo a pesar del repunte de la inflación. Pero ello se debe en buena medida a que atravesamos por una fase de debilidad coyuntural, en la que aumentan las indemnizaciones por despido o las prestaciones de las empresas como parte de los planes de ajuste laboral. Como se ve en el gráfico señalado, las derivas salariales (diferencia entre el aumento de los salarios según la encuesta y según los convenios) suele ser positiva en los años de débil crecimiento y negativa en los de fuerte crecimiento.
En todo caso, los salarios no están siendo en los últimos años el componente de los costes que más presiona sobre los precios. Como se ve en el gráfico derecho, los datos de la contabilidad nacional muestran que el aumento del coste laboral por unidad producida ha impulsado al alza a los precios (deflactor del PIB), pero en mucha menor medida que lo ha hecho el excedente bruto de las empresas. Parece como si fueran los propios empresarios los que estuvieran matando la gallina de los huevos de oro de la competitividad.
Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros Confederadas para la Investigación Económica y Social (FUNCAS).
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