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Columna
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Corea-Italia, según Dante

Quienes disfrutamos el Corea-Italia, que acabó con ese maravilloso 2-1 a favor de los coreanos, asistimos también a esa orgía de literatura proclamada en varias pancartas que alegraban el estadio. La leyenda 'puerta del infierno, fosa de los gigantes' de una pancarta nos remitía al 'lasciate ogni speranza, voi ch'entrate' que Dante escribió, en el canto tercero del Infierno, pensando en sus paisanos Gattuso y Di Livio, dos gladiadores que tienen el buen humor de calzar botas de fútbol. El entrenador Trapattoni se enteró de que Joyce declaró una vez que había escrito los cuentos de Dublineses 'con escrupulosa mezquindad' y, malinterpretando la frase, se ha empeñado en ser un técnico mezquino que destruye el talento de sus jugadores. Y los italianos, ya eliminados, degustan ahora un heladito de fresa negra a las puertas mismas del Aqueronte. Dante, el gran cronista deportivo de L'Observatore Romano, el decano de la prensa rosa de Italia, ha resumido la tragedia de Italia en este terceto del Infierno: 'Por mí se va a la ciudad doliente' (se refiere, naturalmente, a Perugia, donde al coreano Ahn, que juega en el equipo de esta ciudad, ya le han rescindido el contrato por haber metido el gol que ha eliminado a Italia). El segundo verso dice: 'Por mí se va al dolor eterno' (aquí el cronista quizá exagera: ¿no hay en italiano un equivalente del castellano 'no hay mal que dure cien años', una verdad bien demostrada, porque ni el sanísimo Franco llegó a cumplir los noventa?).Y el tercer verso es un ejemplo supremo de elipsis: 'Por mí se va entre la perdida gente'. Este verso es buenísimo: con sólo ocho palabras (y, en el original, también son ocho: ' Per me si va tra la perduta gente') Dante menciona a las 24 selecciones ya eliminadas. ¡Perduta gente!: ¡Qué forma más fina de aludir, sin nombrar, a los jugadores de Francia, Portugal y Argentina!

Italia se muerde ahora el hígado y maldice al árbitro que la ha eliminado. Y ni siquiera Dante, el único italiano libre de Alzheimer en estos momentos, recuerda a aquel inspirado árbitro que machacó a España en el Mundial de Estados Unidos, ay, en beneficio de Italia que también nos eliminó con gentileza vaticana. Dante no menciona ni en la Divina Comedia, ni en la Vida nueva, y ni siquiera en su libro Sobre la lengua vulgar, donde tanto procedía, dado el nivel de las blasfemias que por aquí proferimos los hinchas, aquel criminal codazo de Tassotti que le partió la nariz a Luis Enrique mientras el árbitro se masturbaba. Pero, eso sí, Dante ha descrito prodigiosamente el dolor que ahora se vive en Roma, Florencia y Nápoles donde la gente pide, desesperada, la eutanasia a manos del Vesubio. Camacho ya lo ha advertido: los coreanos son buenos (no han podido con ellos ni las oraciones del Papa) y corren como diablos medievales. Por cierto, esa estampa que suele besar Camacho es la de santa Gema... ¡que es italiana! Si no pudo salvar a Italia, ¿qué va a hacer esta zángana por España? Que, por favor, le lleven a Camacho, para el España-Corea del Sur, el brazo de santa Teresa.

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