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Reportaje:Mundial 2002 | De la euforia surcoreana a la indignación italiana

'¡De-Han-Min-Guk!'

Cuatro millones de surcoreanos se lanzan a las calles de su país a celebrar el triunfo mientras 40 viven su euforia en Madrid

Los surcoreanos ya han aprendido los misterios que rodean al balón. Y no sólo a la hora de marcar goles. También a la de celebrarlos. Las calles de Seúl, la capital de su país, se llenaron ayer de improvisados aprendices de hooligans en su versión pacífica, más de medio millón, que abandonaron la tradicional ceremoniosidad asiática para lanzarse a las plazas gritando sin descanso: '¡De-Han-Min-Guk!'. O sea, Corea del Sur en coreano.

En Madrid, en el recoleto callejón sin salida en el que está la Embajada, se repetía la misma letanía feliz: '¡De-Han-Min-Guk!'. Italia había caído ante los diablos rojos del mar del Este y los surcoreanos, olvidando su habitual reserva, se abrazaban los unos a los otros dando saltos. Eso sí, cada grupo con los de su mismo sexo.

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Una derrota de alta política

Un estudiante de doctorado, de 25 años, agitaba compulsivamente el puño y, a su lado, uno de sus compañeros pedía permiso con una reverencia a una de las empleadas de la delegación diplomática para poderse quitar la camiseta.

Los ojos rasgados se estrechaban aún más al dibujar las muecas de la euforia mientras las enormes banderolas surcoreanas cubrían los restos de una improvisada comida: sushi y una especie de torta de calamares.

'Ay, ay, ay..., eres la flor más hermosa del pueblo. Eres mi amor, ay, ay, ay...', entonaban unos 40 surcoreanos -son cerca de mil los que residen en Madrid- mientras daban palmadas rítmicas. Ese estribillo de una canción popular, convertido en himno guerrero para la ocasión, acompañó a su selección durante toda la prorroga.

Los hinchas que presenciaron el partido en el campo aplaudían todo y aplaudían siempre, incluidas las amonestaciones al rival. Ululaban de entusiasmo si uno de los suyos controlaba una pelota intrascendente en el centro del campo. Y en Madrid todavía se aplaudía más, tanto que incluso se vitoreaba a los jugadores en las repeticiones de la televisión como si se tratara de una segunda y merecida oportunidad para los suyos.

Fuegos artificiales

En Seúl y Danjeon, las ventanas de las casas se convirtieron en plataformas para lanzar cohetes y petardos. También, en miradores iluminados por los fuegos artificiales que inundaron ambas ciudades. Cerca de cuatro millones de personas siguieron desde pantallas gigantes instaladas en las calles el encuentro. Sólo en la plaza Gwanghwamun, de Seúl, se congregó más de medio millón de hinchas. Por las avenidas de las dos ciudades más pobladas de Corea del Sur los aficionados celebraron el triunfo con los rostros completamente cubiertos con pinturas de los colores de su bandera: blanco, rojo y azul.

En la Embajada de Madrid no hubo pinturas de guerra. A lo más que se atrevió el embajador fue a quitarse la chaqueta gris y, con la corbata fuera de su sitio, casi colgando por un hombro, cerrar los puños con alegría'.

Ahn canta el gol que ha colocado a Corea del Sur en el camino de España.
Ahn canta el gol que ha colocado a Corea del Sur en el camino de España.ASSOCIATED PRESS

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