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Crónica:Irlanda | España se clasifica para cuartos de final | Mundial 2002
Crónica
Texto informativo con interpretación

¡Ireland, Ireland!

Los irlandeses olvidan bebiendo, y la prensa internacional destaca al portero de España

A las seis de la tarde de ayer, toda la prensa internacional, incluido el prestigioso diario The New York Times, abría su edición electrónica con la victoria de España. Antes, a la una y cuarto, las discusiones, bajo un descolorido mapa de la vieja Irlanda con los topónimos escritos en gaélico, giraban en torno a la marca de cerveza más idónea para acomodar el cuerpo junto a la barra para ver un partido del Mundial. 'Yo prefiero Murphies, pues yo prefiero Guiness'. Dos horas más tarde, fuera cual fuera la elección de los cerca de 80 hinchas irlandeses, no había discusión: ¡Ireland, Ireland! gritaban en una de las tabernas irlandesas de Madrid, mientras Casillas iba destrozando a fuerza de detener penaltis los sueños alcohólicos de un numeroso grupo de entusiastas enfundados en camisetas verdes y aferrados a un trébol de la suerte. Sandalias en los pies y un fervor patriótico a prueba de reveses, la colonia irlandesa en Madrid animó a los suyos sin perder en ningún momento el buen humor.

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'Todas las leyendas de nuestro folclore siempre acaban de manera desgraciada. Creo que vamos a perder', sentenciaba un aficionado casi axfisiado por una bufanda verde y blanca mientras los jugadores se preparaban para lanzar los penaltis. Antes, cuando Irlanda empató a falta de un minuto, todos los aficionados, menos una inglesa infiltrada y unos diez discretos españoles, saltaron de alegría. Una pareja mixta, de española e irlandés, se encaró mientras él gritaba el tanto de los suyos, y agitando un gorrito, cantaba en un español deficiente: '¡España, España, que prepare las maletas!

Patrick, un profesor con aire bohemio, se agitaba frente al televisor: 'Están muertos'. Poco después, Mendieta marcaba el definitivo penalti. Irlanda había perdido. No importaba. Los irlandeses siguieron bebiendo y pensando que podían haber ganado. 'No somos como los ingleses, tenemos buen perder', se jactaba Sean, un camarero bienhumorado.

Al tiempo, en la madrileña plaza de Cibeles, los coches empezaban a circular con banderas de España. Un dispositivo policial digno de unas semifinales, a pesar de que el alcalde, Álvarez del Manzano, aseguró ayer que no habría un dispositivo especial hasta cuartos de final, les esperaba. Cinco coches patrulla y dos furgonetas esperaban una posible invasión de la diosa. Nada sucedió, sólo algunos aficionados cantando la victoria y muchos vehículos pitando la canción monorrítmica del triunfo: Pi- pi- pipipi- pipipipi- pipi.

Un compás al que transitaron los coches, pero al que apenas se sumaron aficionados de a pie. Eso sí, los pocos que lo festejaron, lo hicieron para aclamar a Casillas. Un reconocimiento, que compartió la prensa internacional, como el diario francés Liberation o el inglés The Guardian. También los diarios colombianos, que otorgaban al portero el peso de la victoria: 'Casillas le dio la mano a España al cobrarse dos penales'.

Pasqual Maragall se vio obligado a retrasar un mitin hasta que se lanzara la ronda de penaltis por el interés con el que el público congregando para ver al líder catalán seguía el encuentro. En varios puntos de España se reunieron varias centenas de aficionados en la calle para agitar el triunfo. Bajo los letreros de trazo celta, la hinchada irlandesa se consolaba pensando en lo 'injusto del resultado' y en el vaso aún casi lleno de cerveza.

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