Con espíritu deportivo

La biografía de Pedro Antonio Martín Marín está marcada por el deporte y la política. Quizá de la práctica deportiva provenga su habilidad para moverse en los terrenos procelosos de la vida pública desde los tiempos de la UCD, partido del que llegó a ser secretario general. Más tarde su carrera política se sumergió como el Guadiana durante la legislatura socialista hasta que Aznar ganó las elecciones en 1996 y le nombró secretario de Estado para el Deporte.

Aunque nacido en Madrid capital, se considera 'villalbino', por su apego a Collado Villalba, un municipio de la sierra madrileña. Allí fundó el Club de Baloncesto Villalba. Su pasión por el deporte de la canasta arranca de sus tiempos de jugador en el Canoe y culmina cuando fue nombrado vicepresidente de la Federación Española de Baloncesto (FEB). Tampoco le hace ascos al fútbol. Madridista convencido ('aunque mi padre era del Atlético de Madrid'), le gusta recordar sobre todo que ocupó la vicepresidencia del Real Madrid con Luis de Carlos, aunque perdiera las elecciones más tarde con Florentino Pérez.

Le va a hacer mucha falta ese espíritu deportivo para poner orden en los medios de telecomunicación de Telefónica, después de que el presidente de la compañía, César Alierta, le haya elegido para presidir la renovada (y reducida) Admira, que agrupará a los medios tradicionales (Antena 3 y Onda Cero), pero de cuyo organigrama se ha caído Vía Digital y la productora Endemol.

Licenciado en Derecho por la Complutense de Madrid, casado y con dos hijos, le gusta leer libros de historia y biografías (la próxima que tiene en cartera es la de Fernando VII), aunque curiosamente huye del personalismo. 'No vengo a ser protagonista de nada en Admira. Creo simplemente que puedo ser útil'.

Confiesa que no le gusta la telebasura y que los programas que más ve no pertenecen, por ahora, a la parrilla de Antena 3, sino a la de La 2. Prefiere todo lo que tiene que ver con deportes, el teledario de Lorenzo Milá y documentales como la serie de José Antonio Labordeta.

Cuenta en su haber con una acreditada experiencia en los medios de comunicación (pasó por la Cope, Editorial Católica y Antena 3) y, desde el bando público, se le encomendó la difícil tarea de calmar los ánimos en la Secretaría de Estado de Comunicación tras la polémica etapa de Miguel Ángel Rodríguez. Y es que, pese a haber pasado dos años al frente de la compañía de satélites Hispasat, le gusta tener los pies en el suelo.