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Reportaje:

Hubo una vez, hace 25 años

Los protagonistas de las elecciones de 1977 viven hoy apartados de la primera línea política o han desaparecido

Las cifras mágicas se han convertido en la sociedad actual en anclajes de la memoria que sirven para poner de actualidad lo que ya forma parte de los libros de historia. El 15 de junio de 1977 los españoles echaron el cierre a una etapa de 40 años de dictadura franquista y votaron en democracia la composición de las Cámaras de representantes. Un cuarto de siglo después, la mayoría de los actores que canalizaron en la Comunidad Valenciana aquella efervescencia social -sintetizada en ese himno popularizado por Jarcha en que se convirtió la canción Libertad sin ira- han abandonado la primera línea de la política o han desaparecido.

La eclosión de la pluralidad política en un recién estrenado régimen de libertad propició la aparición de un auténtico racimo de siglas de partidos políticos que la voluntad de los valencianos y las reglas del juego electoral limitaron sustancialmente.

El PSOE obtuvo en total 13 escaños, UCD logró 11, el PCE dos y el PSP y AP uno
'Hoy la democracia se ha hecho aburrida y a la gente le gusta menos'
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Una campaña irrepetible

En la circunscripción de Alicante sólo lograron escaño tres partidos UCD, el PSOE y el PCE en unas listas lideradas por Francisco Zaragoza -fallecido ya-, Antonio García Miralles y Pilar Brabo -ya fallecida-, respectivamente. El socialista García Miralles sigue en el brete de la política y ostenta en la actualidadel acta de senador territorial de la Comunidad Valenciana.

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En Castellón, los partidos que finalmente lograron escaño optaron por cabezas de lista que ni siquiera habían nacido en la provincia. La derecha se dividió entre la lista de UCD encabezada por Enrique Monsonís y un sector vinculado al anterior régimen, que presentó una Candidatura Independiente de Centro en Castellón que permitió a José Miguel Ortí Bordás lograr acta de diputado. Monsonís, tras la debacle de Unión Valenciana en 1999, no está ya en primera línea de la política. Ortí Bordás sigue en la política como miembro del Comité Ejecutivo del PP nacional de la mano del propio José María Aznar y desempeña el cargo de presidente de la Empresa Nacional de Autopistas, SA. Los dos se midieron entonces con un joven Antonio Sotillo, de 25 años, que sigue militando en el PSPV-PSOE de la ciudad de Valencia, aunque se dedica a su bufete y a la docencia en la Facultad de Derecho de Valencia.

En la circunscripción de Valencia fueron más los partidos que obtuvieron escaño. El PSOE presentó a José Luis Albiñana; la UCD, a Emilio Attard; el Partido Socialista Popular de Enrique Tierno, a Manuel Sánchez Ayuso -ya fallecido- bajo la marca de Unidad Socialista; Alianza Popular, a Alberto Jarabo, hoy retirado, y el PCE de Santiago Carrillo, a Emèrit Bono.

En la Comunidad Valenciana el PSOE obtuvo en total 13 escaños, UCD logró 11 diputados, el PCE, dos y el PSP, AP y la Candidatura Independiente del Centro, un representante cada uno. Por el camino se quedaron las ilusiones del valencianismo político, que tenía depositadas sus esperanzas en la Unió Democràtica del País Valencià, en el Partit Socialista del País Valencià y en el Bloc Autonomista i Valencianista d'Esquerres.

En la resaca de los resultados electorales que configuraron el primer Congreso de los Diputados elegido democráticamente, el periodista Vicent Ventura, ya fallecido, aseguraba en EL PAÍS: 'Aquí el electorado ha comprado uno de los dos únicos productos que se han puesto en el mercado sin huellas del ayer. Completamente nuevos. Porque ni se ha querido saber nada de antes del 36 ni de después del 39. Ambos, la guerra y la larga oposición antifranquista de cuarenta años, han sido rechazados por un electorado que en su gran mayoría no se siente ligado a nada de todo eso, porque ni ha hecho la guerra ni ha hecho tampoco las cárceles, los exilios y las multas'. 'Ese electorado, aquí, en el País Valenciano, ha votado izquierda moderadísima, en su mayor parte, más que UCD, porque aquí sigue latiendo aquel republicanismo ambiguo del blasquismo, apto para todos los públicos, es decir, moderadamente autonomista -tanto que sólo lo era en el nombre-, moderadamente izquierdista, tanto que no lo era más que en la oposición civil a la presencia social de la Iglesia, moderadamente todo', sentenció entonces Ventura, una de las personas que, pese a sus fracasos, más influencia ha tenido en la construcción del valencianismo político, el sindicalismo y, sobre todo, el periodismo valenciano, donde abrió puertas al europeísmo y al análisis económico.

Un cuarto de siglo después, la perspectiva sobre la realidad social y política ha cambiado, pero lo bien cierto es que el resultado electoral de los comicios de 1977 encardinó a la Comunidad Valenciana -entonces todavía por bautizar oficialmente- en unos parámetros estatales claros, aunque impregnados de una reivindicación por la personalidad y la cultura propia. Hoy la situación política está gestionada por una nueva generación de personas que, en muchos casos, ni siquiera llegaron a conocer a la mayoría de los protagonistas de esa primera convocatoria democrática.

Transcurridos 25 años, las bajas -unas naturales, otras políticas- han sido más numerosas en la derecha que en la izquierda, seguramente por una cuestión generacional que llevó en 1977 a socialistas y comunistas a presentar candidatos más jóvenes que UCD o AP.

El socialista Antonio Sotillo, hoy centrado en sus clases de la Universidad de Valencia y en el trabajo de su bufete, reconoce que aquel 'fue un momento irrepetible' y que hoy 'la democracia se ha hecho aburrida y a la gente, afortunadamente, le gusta menos la política y desarrolla otro tipo de actividades y aficiones'. Sotillo recuerda que le dijeron que no iban a salir y por eso aceptó presentarse. 'Luego no fue así, y a los 25 años me cambió la vida', dice.

Emèrit Bono, que se presentó en la lista del PCE por Valencia y que años más tarde realizaría el tránsito hacia el PSPV y ostentaría el cargo de consejero de la Generalitat, recuerda que fue una campaña electoral 'muy voluntarista, con la particularidad de que los alcaldes todavía eran franquistas puesto que no se habían realizado elecciones democráticas en los ayuntamientos'. 'Aquellas elecciones sí crearon algún tipo de vínculo entre los distintos candidatos, aunque no hubo debates entre nosotros como ahora se hacen', relata Bono, que explica que 'el miedo procedía entonces de los grupos de ultraderecha'.

Este catedrático de la Facultad de Económicas de Valencia cree que desde el año 1977 hasta ahora 'se han visto frustradas bastantes expectativas, en especial la actitud y la calidad de los debates para solucionar los problemas'. 'Las mayorías absolutas aplicaron el rodillo en beneficio de la gobernabilidad, pero eso implicó que ahora no se discutan los argumentos y las aportaciones de las minorías', explica Emèrit Bono.

Cola de ciudadanos para votar en las elecciones legislativas del 15 de junio de 1977.
Cola de ciudadanos para votar en las elecciones legislativas del 15 de junio de 1977.

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