Una ciudad con 2.886 librerías

La capital francesa está llena de buenas librerías, entre las cuales destacan Compagnie, junto a la Sorbona, y La Hune, por el barrio de Saint-Germain. Sin embargo, poco conocidos, en sus dominios respectivos, los comercios especializados del libro ofrecen agradables sorpresas. En ellos, tanto una visita rápida como una demora prolongada incitan al viajante a ensanchar el horizonte de su inteligencia y a profundizar su curiosidad.

París no sólo tiene una arquitectura magnífica, unos bellos jardines, tiendas chics o restaurantes excelentes, también es una ciudad con 2.886 librerías. En algunas de ellas, al entrar, el visitante tiene la impresión de estar ante el tesoro de una cueva de Alí Babá. No sabe por dónde empezar. Son lugares agradables, esmerados, que dan enseguida ganas de leer y poseer conocimientos. O, al contrario, huir de miedo ante el universo específico de lo desconocido.

La mayoría de estas librerías están ubicadas en el centro de la ciudad, casco antiguo y más bello de la capital. Al este del jardín de Luxemburgo tenemos Thierry Garnier, dedicada exclusivamente al psicoanálisis, psiquiatría y psicología aplicada. Desde hace 25 años, su actual propietario, Thierry Garnier, doctor en filosofía, se ha ganado una gran reputación. Los mejores psicoanalistas le compran libros (en el momento de nuestra visita, Guy Rosolato, de la vieja guardia, ya anciano y compañero de armas de Leclaire y André Green, se interesaba por saber si sus obras se venden bien). Todas las escuelas están representadas. Tanto las lacanianas como la Asociación Psicoanalista de Francia o la Sociedad de Psicoanalistas de París. El acierto de Thierry Garnier ha sido aunar al rigor el buen gusto y añadir al corpus central de su especialización obras diversas, escritos que guardan alguna connivencia o complicidad con la psiquiatría o el psicoanálisis.

Tres calles más lejos, cerca del Teatro de Europa Odeon, está Curiosa, un paraíso para el erotómano o maniaco de un erotismo fuerte. Nunca pornográfica, pero al límite de lo visualmente tolerable, esta librería hunde al espectador-lector en una delectación sensual próxima al rubor. El lugar, por su colorido y brillo, tiene un tamiz fantástico y alegre. Da la sensación de reproducir un plató de Almodóvar (el cual, según el joven empleado, pasó casualmente una vez a hojear). El aficionado a emociones ambiguas tendrá al alcance de la mano almanaques, álbumes extravagantes, recientes o viejos, pero con la calidad exquisita de las ediciones inglesas, y disfrutará con las más sofisticadas ilustraciones y fotos de sexo y erotismo. En una pared reinan Sade (en J. Pauvert), G. Bataille, M. Leyris o Pierre Louys, pero igualmente piezas de teatro difícilmente reeditadas de Copi, como El homosexual o la dificultad de expresarse; Giamiani, de Alfred de Musset, o el Kamasutra, original de Vatsyayana. El local propone una gama completa de cómics de Manara, Crepax, y tebeos sobre el tema del desnudo. Pero su verdadera originalidad reside en la sección fotográfica. Los volúmenes antológicos de Fetish, así como las Ediciones Secret u otras particularidades fetichistas sobre las prácticas sadomasoquistas, son espeluznantes. La fantasmagoría del japonés Araki, o el anaquel consagrado al Bondage (el arte de atarse); Bizarres, de John Williés; Scandal o The beauty of fetish, de Steve Diet Goedde (ediciones Musardin y Stenunle) dejan pensativo.

Ediciones raras

Al otro extremo del gusto temático, la librería Claude Buffet surge en Saint Sulpice como una elegante caja de música. Fue fundada en 1923 por el padre de la gerente, Blanche, sobrina del pintor. Su decoración interior reúne todos los ingredientes del refinamiento. Parecida al despacho del anticuario o a las innumerables librerías de encuadernación lujosa, su ambiente evoca toda la nobleza del patrimonio cultural francés. Buffet está especializada en obras literarias escritas entre 1850 y 1950, y mientras el cliente observa ediciones raras u originales, tiene derecho a coger trufas de un pequeño recipiente de mimbre.

En la calle de Bonaparte, haciendo esquina con una de las iglesias más antiguas de París, está La Librería de Espectáculos, dedicada a libros sobre teatro, danza, circo, marionetas y mimo, y, sobre todo, está J. H. Pinault, el cual se consagra escrupulosamente a autógrafos y documentos históricos de todas las épocas. Su escaparate exhibe cartas de Verlaine o Marcel Proust, firmadas de su puño y letra. Pinault muestra rarezas bibliográficas para coleccionistas, y los precios oscilan entre 3.000 y 5.000 euros, hasta alcanzar 100.000 (por una partitura de Schubert), y otras piezas de museo.

La célebre librería del Movimiento de Liberación Femenina, en la Rue Seine, ya no existe -en su lugar está, tragicómicamente, una tienda para bebés de la cadena Natalys-, pero sí existe Las Amazonas, actual librería especializada en obras escritas por mujeres. No obstante, sólo se tiene acceso a ella concertando una cita preliminar con su directora, Chantal Bigot, una señora encantadora y que dispone de un extenso conocimiento sobre el tema.

Variantes, por el barrio Latino, versa en los juegos y posee todas las garantías de la seriedad. Su patrón, el emigrante húngaro Frisch, huérfano al nacer y adoptado en Francia por una pareja de exiliados republicanos españoles, regenta el local con mano férrea y un humor cáustico. 'Lo apasionante en el juego es su diversidad', explica Frisch. 'Jugar permite una gran libertad de pensamiento, la posibilidad de cambiar un punto de vista ideológico'. El comercio dispone de excelentes ajedreces Gos, fabricados con tableros de maderas exóticas y piedras de cristal; enciclopedias de cartas, naipes y los últimos programas informáticos adaptados al entretenimiento lúdico.