Italia se salva por los pelos
Del Piero, sustituto de Totti, logró en el minuto 85 la igualada con un México que supo controlar el juego
No es la primera vez que ocurre. Italia empieza un Mundial jugando regular y pasa a la segunda fase por los pelos. México, jugando un fútbol admirablemente prolijo, mereció ganar el Grupo G tanto como el empate de ayer en un partido de alta categoría. España habría preferido otro resultado, ya que ahora lo probable es que se tenga que medir con Italia en los cuartos de final y no en las semifinales como esperaba.
Una de las cosas que no se aguardaban era que México, que sufrió para clasificarse para la cita asiática, quedaría el primero en un dificil grupo y por el cómodo margen de tres puntos. Porque, aunque Italia tuvo más ocasiones claras, se adueñó del medio campo, mantuvo la posesión del balón durante casi todo el encuentro y complicó la vida al rival con un juego paciente y controlado. Justamente lo que no les gusta a los italianos, cuya arma ofensiva es el balón largo y el contrataque. Les gustó menos todavía cuando los mexicanos, animados por una maravillosa hinchada, se adelantaron con un finísimo golpe de cabeza de Borgetti en el minuto 34 tras un centro del vallisoletano Cuauhtémoc Blanco.
Hasta ese momento había sido Italia la que había amenazado con adelantarse en el marcador. Giovanni Trappatoni había tomado la decisión, por primera vez en el tornero, de empezar un partido con tres jugadores ofensivos de titulares: Vieri, Totti y, también, Inza-ghi. Para Trap, toda un revolución. Pero no le quedaba otra. Se creía que Croacia ganaría a Ecuador e Italia salió con la idea de que se moriría si no vencía.
Cuando uno de los jueces de línea anuló lo que parecía haber sido un legítimo gol de Inzaghi en el minuto 12, uno empezaba a pensar no sólo que se iba a repetir la mala suerte arbitral que Italia tuvo en el encuentro que perdió (1-2) contra Croacia, sino que también, como fue el caso de Argentina, el destino estaba irremediablemente en su contra en el Mundial de Corea y Japón.
Esa impresión se fortaleció seis minutos más tarde, cuando Totti, el único fantasista que Trappatoni se da el lujo de colocar en su once inicial, erró una ocasión estando solo ante el portero: habría sido más fácil meter el balón dentro de la red que fuera de ella.
Durante el primer tercio del partido, México, por más control del balón que tuviera, demostró una nula efectividad al acercarse al área italiana. La retaguardia azzurra absorbía los intentos de ataque mexicanos como una serpiente los conejos. Y, cuando contraatacaba, Inzaghi, rápido y más fuerte de lo que parece, causaba confusión en la zaga americana -más confusión que Vieri, que estuvo bien custodiado por el central, Márquez, a lo largo del partido-. Mexico tocaba y tocaba, pero fue Totti el que rozó el palo con un lanzamiento de falta. De los dos porteros fue Pérez el que tuvo que estar más alerta.
Así hasta que Borgetti sorprendió a un Buffon que había visto el juego más que participado en él y, de repente, el esquema italiano se rompió en pedazos. México creció en confianza y autoridad y necesitó una entrada impecable de Cannavaro en el minuto 38 para bloquear otro balón de Borgetti con rumbo a la red. Los italianos, tocados, obligados a jugar contra su natura, olían la derrota. Totti, frustrado por el dominio mexicano, se tiró a la piscina al borde del área y se ganó una tarjeta amarilla. Todo un síntoma.
Y, aunque Italia comenzó el segundo tiempo como un torbellino, con tres ocasiones de gol en tres minutos, el juego paciente, disciplinado, de México se volvió a imponer. Trappatoni sustituyó a Inza-ghi por Montella, pero los mexicanos, ante la obligación de los italianos de salir a la aventura, comenzaron a encontrar huecos por las bandas. Arellano, por la izquierda, incluso hizo sufrir al gran Maldini, que quizás esté empezando a resentirse por sus casi 34 años de edad.
La última apuesta de Trappatoni fue sacar a Del Piero, y no por un defensa, sino por Totti. Faltando 15 minutos, era inevitable que Italia, por fin, tomara la iniciativa. Pero Pérez, un portero sólido y valiente, estuvo a la altura del desafío. Hasta que Del Piero apareció por la espalda de la defensa mexicana y aprovechó un balón de Monetalla, que había desperdiciado una ocasión de oro segundos antes, para cabecear el gol del empate en el minuto 85.
Al pitar el arbitro brasileño el final del partido, todos los jugadores y todos los aficionados, italianos y mexicanos, festejaron el resultado con alivio y alegría. Cosa rara en un estadio de fútbol. Pero está siendo un raro Mundial y sobrevivir es lo que cuenta.
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