La ascensión de Owen, un 'asesino' con cara de niño

A sus 22 años, Michael Owen es un asesino con cara de niño que tiene entre ceja y ceja a los argentinos. Hace cuatro años, en Saint Étienne (Francia), también abrió en canal a los suramericanos. Al igual que ayer, tras un movimiento electrizante, hizo picar al ahora valencianista Ayala, que, como Pochettino, le zarandeó dentro del área. Luego, llegó el éxtasis, con su inolvidable gol a Roa. Un acelerón a varias leguas de la meta argentina con el que hizo derrapar al propio Ayala y a Chamot. Un gol que no evitó el despido inglés frente a los argentinos, pero entronizó a este esmirriado delantero que ha hecho carrera en el Liverpool pese a su adolescente corazón evertoniano.
Que su padre fuera jugador del Everton, el irreconciliable vecino del Liverpool, no retuvo a Owen en Goodison Park, desde donde cruzó a Anfield. Un cambio de acera que le ha llevado esta temporada a conseguir el Balón de Oro, reconocimiento al mejor jugador europeo de 2001, para desasosiego de Raúl. Sus tres goles frente a Alemania en el asombroso 1-5 logrado por los ingleses esculpieron un poco más la imagen internacional de este admirador de Gary Lineker.
Su ascensión parecía ilimitada, pero un brote de lesiones musculares le han arrinconado durante buena parte del curso. Un tiempo no perdido, al menos en la periferia del fútbol. El futbolista ya es propietario de toda una calle en Liverpool, una vía de nueva construcción que él se quedó en propiedad para toda su familia. Sus padres y sus hermanos ya disfrutan cada uno de un chalé.
Owen acumula 82 goles en 150 partidos con el Liverpool y casi uno cada dos encuentros con Inglaterra: 14 en 32. Un depredador que ayer la tomó de nuevo con Argentina. Primero, con Samuel a la vista, remató al poste. Luego, como a Ayala hace cuatro años, hizo unas trenzas con las piernas de Pochettino. Esta vez, con mejor resultado para los ingleses.
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