Enciclopedia

AUNQUE ABUNDAN los precedentes históricos, el enciclopedismo adquirió un cariz nuevo durante el siglo XVIII, adelantándose a lo que iban a ser dos de las preocupaciones fundamentales de nuestra época: en primer lugar, la secularización del conocimiento, y, en segundo, la creación de un método que, sustituyendo el dogmático punto de vista unitario tradicional, fuera capaz de evitar la creciente disgregación de los conocimientos especializados, multiplicados por el apabullante desarrollo de las ciencias positivas y de la técnica tras la Revolución Industrial. Etimológicamente, el término 'enciclopedia' procede del griego 'en kiklo paideia', traducible como 'educación en círculo' o 'panorámica'. De esta manera, la revolucionaria tarea de los enciclopedistas de la Ilustración consistió en sustituir el modelo clásico-cristiano de educación por otro exclusivamente 'moderno', en el sentido de 'crítico'.

Tras obtener un succès de scandale en Alemania, se acaba de publicar en nuestro país La cultura. Todo lo que hay que saber (Taurus), del profesor Dietrich Schwanitz, el cual ha embutido en un libro de unas 550 páginas un personal recuento enciclopédico de lo que el hombre actual debe conocer sobre el legado cultural de Occidente. Dejando de lado la imposibilidad objetiva de esta empresa, tal y como la enuncia su autor, lo cual convierte en estéril el recuento prolijo de los errores y fallos existentes en el libro, hay en su planteamiento dos puntos fuertes de interés, que, además, son interdependientes: uno, más clásico, el énfasis en lo que la enciclopedia tiene de 'paideia', de educación, de exposición ordenada del saber, y, otro, aunque de estirpe clásica, decididamente moderno por su enfoque humorístico, la 'ironía'.

Desconozco en qué términos se ha desenvuelto la polémica en Alemania en relación con el libro de Schwanitz y, cuando escribo estas líneas, también ignoro lo que se publicará en nuestro país al respecto; en todo caso, creo que la discusión es inseparable de la crisis que afecta, en la actualidad, al sistema de enseñanza occidental, ya casi totalmente dominado por el principio de primar, en cuanto a los contenidos, los conocimientos llamados 'útiles', que son los que sirven para obtener un puesto laboral, pura capacitación técnica. Pero ésta, que no hay que confundir con la ciencia, es por naturaleza un conocimiento fragmentario y aleatorio, sobre el que no cabe construir ninguna visión unitaria del saber y, menos, una educación panorámica, la que permite ese punto de vista general, sin el que no hay posibilidad de establecer relaciones, ni, a su vez, el correspondiente chispazo irónico que precede toda creación y toda crítica, ambas producto exclusivo de la inteligencia. Con lo que estamos abocados a que la enciclopedia se transforme en un manual de instrucciones para alienados trabajadores-consumidores. No sé adónde nos llevará este 'progreso', pero me alegro de que Schwanitz haya convertido en un escándalo el simple recuento, por fuerza incompleto y parcial, de lo que perdemos en el envite.