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Entrevista:IAN ANDERSON | Diseñador de The Designers Republic

'El cliente nunca tiene la razón'

Puede discutirse si los grafismos de The Designers Republic (www.thedesignersrepublic.com) han sido una influencia básica o no en el diseño de los noventa, pero en todo caso no hay duda de que son un perfecto ejemplo de lo que más ha predominado a lo largo de la pasada década. Una buena manera de comprobarlo es visitar la exposición retrospectiva del trabajo de este colectivo de diseñadores británicos afincados en Sheffield que hasta el 30 de junio se presenta en La Capella (Hospital, 56; Barcelona). Braid-aided design reúne una amplia selección, dicen que aleatoria, de sus trabajos tanto comerciales -para Sony, MTV, pequeños sellos discográficos de música electrónica o empresas de telecomunicación- como artísticos, presentados todos en un mismo formato de banderola y adaptados para la ocasión.

La Capella reúne en una retrospectiva sus diseños comerciales y sus productos artísticos

El fundador de este colectivo surgido en 1986 y que ahora agrupa a ocho personas es Ian Anderson. Es un diseñador atípico, autodidacta, cuyo primer objetivo es pasarlo bien haciendo su trabajo. 'Nuestra preocupación principal no es satisfacer al cliente, aunque lo intentamos, sino divertirnos', afirma Anderson. 'Aunque hemos trabajado para multinacionales, pensamos que el cliente nunca tiene la razón, y eso nos diferencia de los diseñadores tradicionales, que defienden lo contrario. En nuestra opinión, el cliente tiene el honor de pagarnos, alquila nuestro cerebro y parte de nuestro tiempo para su proyecto'.

De hecho, una de sus bazas gráficas, al menos esto es lo que se exhibe en la exposición, es el reciclaje de logotipos e imágenes comerciales de consumo -mantienen una relación ambigua, entre irónica y fascinada, por el consumismo-, que remezclan con mensajes políticos y en ocasiones con una sobredosis de información o grafismos que dificultan la lectura, una técnica que recibe el nombre de 'ruido visual'. Es algo habitual en el nuevo diseño, especialmente el ligado a la cultura electrónica, que Anderson reivindica. 'La información es demasiado barata y hay demasiada. Cuando la información viene dada tiene menos valor; en cambio, si tienes que hacer un esfuerzo para descifrarla, seguro que la recordarás más tiempo. Y no es que pretendamos que se nos recuerde a nosotros, sino que el público haga un esfuerzo y se pregunte cosas a sí mismo. La contrapartida de esto es que la gente más vaga desiste enseguida, pero en cualquier caso lo que hacemos es definir un público para nuestro trabajo y dejar claro que, si no quieres pensar, es mejor que sigas mirando la tele. Hace poco leí que una persona del mundo occidental recibe tanta información en un solo día como la que tuvo Leonardo da Vinci en toda su vida. La diferencia es que él seguramente podía confiar en que gran parte de esta información que tenía era cierta, mientras que nosotros no sabemos nunca si la que recibimos es verdad. No puedes fiarte de nada hasta que no lo ves por ti mismo'.

Esto en lo que se refiere al aspecto formal, pero en los contenidos también juegan a esta dificultad. 'No somos tan arrogantes de pensar que podemos hacer algo más que lanzar preguntas al aire, sin pretender más respuestas que las que da cada uno. Es verdad que con estos mensajes políticos podemos aumentar la confusión y el ruido, pero es una contribución positiva'.

Anderson, que a mediados de los setenta tocaba en una banda de punk y ejerce ocasionalmente de pinchadiscos, estuvo ya con su colectivo en el Sónar de 1997, festival en cuyo programa se enmarca esta exposición organizada por el Instituto de Cultura de Barcelona. Considera que hay una total sintonía entre el método de trabajo y las influencias de la música electrónica y la de los nuevos diseñadores; así, afirma: 'Venimos de la misma generación y utilizamos el mismo tipo de herramientas'. Tampoco se desmarca del mundo del arte: 'Venimos de todos estos mundos o de ninguno. Si seguimos trabajando en Sheffield, fuera de Londres, es porque hacemos una declaración conceptual de independencia respecto a todos. Para ser honestos hay que decir que pensamos más como artistas que como diseñadores, pero no quería que ninguna obra se calificara como arte porque ahora hay mucha mierda en el mundo del arte'.

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