Indignación
Nunca me quejaré si el Estado ayuda a las familias y a los inmigrantes o perdona la deuda del Tercer Mundo. Pero que se den cuatro millones o más del dinero de la colectividad a cada futbolista del Mundial me parece de juzgado de guardia. Para frenar ese raquítico patriotismo no hay otro antídoto que la responsabilidad.
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