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Entrevista:ANTONIO PUEBLA | Sastre

'Dejé el noviciado porque me mareaba'

Pregunta. La sastrería primero estuvo vinculada a la corte, como ahora lo está a las notarías, a la cima de los organigramas de la Administración y a los altos ejecutivos de empresa. ¿Es un club restringido por vocación?

Respuesta. Lo que ocurre es que la sastrería de calidad, al ser un poco elevada de precio porque emplea tejidos buenísimos y está hecho todo a mano, pues sólo la puede pagar el poder. Es lógico. Ir al sastre es del caprichoso, del que no quiere ir como los demás porque la confección es la masa, aunque hay prêt-à-porter muy bueno. Si quieres crearte un estilo, lo normal es que te lo hagas a medida. El sastre interpreta lo que quieres, te lo hace y a vivir.

P. ¿El prêt-à-porter no es la gran respuesta a la humanidad?

R. Es la gran respuesta porque se va imponiendo, pero el que quiere ir mucho más elegante que el resto y mucho más personalizado, se lo hace a medida.

P. ¿Cuesta mucho dinero pertenecer a ese club restringido?

R. Al final sale barato. Vestir a medida no es más caro: es mejor. Si un traje te dura entre 10 y 15 años en perfectas condiciones, sales ganando. Resiste mucho más a las tintorerías y aunque engordes, se puede arreglar.

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P. ¿No es un contrasentido que te dure tanto un traje al ritmo vertiginoso que funciona la moda?

R. El traje a medida es un traje clásico que no coge nada del prêt-à-porter. En el prêt-à-porter, lo que hoy se lleva mañana ya no se lleva. En la medida, tú te creas tu propio estilo o el estilo del sastre. Y eso es imperecedero. No cambia nunca: siempre estás perfecto.

P. ¿Cuántos sastres 'de calidad' hay en España?

R. Nosotros tenemos una organización, el Club de Sastres de España, en el que deberíamos estar 30 sastres y sólo estamos 20 porque nadie más reúne los requisitos.

P. Hay quien dice que la peor época de las sasterías coincidió con los socialistas en el poder.

R. No fue la peor época porque existían los empresarios y los profesionales liberales, que siempre han vestido bien, y daban trabajo a los sastres de élite. Lo que sí ocurrió es que los políticos, con tanta pana y tanto chándal, dieron muy mala imagen. Los socialistas luego, cuando empezaron a tener dinero, empezaron a vestir bien.

P. ¿Se han equilibrado en elegancia izquierda y derecha?

R. La derecha sigue vistiendo mejor que la izquierda, quizás porque tiene mayor poder adquisitivo.

P. Su cliente es de derechas, claro.

R. Mi cliente es el que quiere vestir bien: ni de derechas ni de izquierdas.

P. John Le Carré pensó en un sastre como pieza clave para el espionaje británico en Panamá. ¿Qué hace usted con toda la información que acumula mientras prueba?

R. Me entero de muchísimas cosas, pero lo que hago es olvidarme de ellas en el momento.

P. ¿El sastre es algo más que un vendedor de trajes?

R. Es un confesor, un amigo. Hago lo posible para que el cliente confíe tanto en mí que yo pueda elegir por él.

P. ¿Es cierto que usted estuvo a punto de convertirse en sacerdote?

R. Sí, estudié hasta tercero de Filosofía para sacerdote salesiano, pero dejé el noviciado porque me mareaba. Me hicieron muchas pruebas y no me encontraron nada. Quizás fue un modo de rebelarse el subconsciente.

P. Usted tiene pinta de tipo duro. El sastre, por definición, es más recio que el diseñador?

R. También hay muchos sastres maricas.

EN DOS TRAZOS

Dalí bautizó a Antonio Puebla (Castro del Río, Córdoba, 1942)como 'El Divino Puebla'. Aprendió mirando a su madre, que era modista, y durante años fue uno de los sastres más notables de El Corte Inglés. Vistió a Orson Welles y a Charlton Heston, incluso hizo el traje de terciopelo con el que Julio Iglesias ganó el festival de Benidorm y la chaqueta píncipe de Gales con la que Ferran Torrent tomó posesión en el Consell Valencià de Cultura. Se lo rifan banqueros, empresarios, subsecretarios, ministros... y hasta algún presidente autonómico.

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