'Sería muy difícil repartir a los alumnos gitanos por otros colegios'
El colegio público Ibarburu, situado en una zona desfavorecida del municipio sevillano de Dos Hermanas, es uno de esos centros a los que en el informe anual 2001 del Defensor del Pueblo se les cataloga de 'gueto educativo ya consolidado'. De hecho no es la primera vez que el caso de este colegio aparece reflejado en el informe del Defensor, pues son muchos los años que la comunidad educativa de Dos Hermanas lleva batallando para que la administración educativa aporte soluciones para una situación que, según afirman los propios afectados, se ha convertido en un problema casi irreversible.
El colegio Ibarburu, situado en el barrio del Cerro Alto, escolariza este curso a más de un 90% de alumnado gitano, porcentaje del todo desmedido si se tiene en cuenta que la población gitana residente en este barrio apenas si supera el 20%. 'Hace ocho años el alumnado gitano representaba el 30% del total, pero empezaron a llegar más de tal forma que en pocos cursos se invirtió el porcentaje. De 500 alumnos que teníamos nos hemos quedado en 240 y eso se debe a que los padres de los niños payos que pudieron cambiaron a sus hijos de centro', explica Raúl Gómez, director del Ibarburu.
Absentismo
Gómez asegura que esta situación tiene al colegio al borde del colapso desde hace años, los mismos que él y sus compañeros llevan reclamando a Educación que aporte soluciones efectivas. Las peculiaridades socioculturales de la etnia gitana o que los niños provengan, en algunos casos, de familias desestructuradas hacen que el funcionamiento del colegio sea un reto diario. 'En el curso 1999-00 teníamos cerca de un 35,5% de alumnos absentistas y, aunque el índice se ha reducido, el absentismo sigue siendo alto', relata el director.
Aparte de los problemas de convivencia puntuales que se han registrado en los últimos cursos, Gómez se siente orgulloso de que aún queden maestros 'vocacionales' dispuestos a sacar adelante a estos niños. Y es que mantener de un curso para otro a los profesores es otro de los retos. 'Llegan sin conocer las características del centro y algunos se dan de baja a los cuatro días de comenzar el curso', dice Gómez, que exige a la Consejería de Educación que le permita mantener 'más de un curso' a los interinos que se han mostrado implicados con este proyecto.
Gómez lo tiene claro: 'Se ha llegado a un punto de segregación que sería muy difícil repartir a estos alumnos gitanos por los 30 o 35 colegios que hay en Dos Hermanas. ¿La solución? Más recursos económicos y humanos que permitan desarrollar planes asistenciales de forma continua con los alumnos y sus familias'.
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