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FESTIMAD 2002

El funki nítido de Jamiroquiai cierra Festimad con una fiesta del baile

El festival, con 30.000 asistentes, terminó en la madrugada de ayer

La aparición en escena de estos magos del funki, encabezados por su singular y elástico solista, J. K., quien portaba en la cabeza uno de sus curiosos tocados de inspiración aborigen, fue saludada por la luna llena, que observaba el festival desde lo alto. Jason Kay saltó dispuesto a hacerse con una audiencia en la que el frío nocturno reinante a las doce y media de la noche estaba a punto de hacer mella. La banda tardó más o menos la mitad del primer tema, 2.001, en lograr un sonido nítido. Se mantuvo de modo equilibrado y contribuyó en su justa medida al relumbre del concierto.

En estas situaciones, nada mejor que apelar a los argumentos del baile puro y duro, y a esa tarea se dispuso el grupo, sacando lo mejor de sí mismo en uno de los clásicos de la banda: Cosmic girl. La garganta del cantante trazaba sin apenas esfuerzos esos arabescos negroides que, de algún modo y salvando distancias, lo emparentan con Stevie Wonder, si bien es cierto que, como ocurre con la mayoría de los intérpretes vocales que fuman, hay una capa fina de arena en las cuerdas vocales de Jason Kay, que a veces tiñe de un tono mate el timbre de su voz. Eso sí, bailar, baila estupendamente, y su energía no decae a lo largo de todo el espectáculo, con lo que su presencia se hace parte fundamental en el planteamiento escénico de la actuación del grupo.

La máquina de bailar estaba ya en posición non stop y rápidamente se iban encadenando temas en una especie de maxisingle apenas interrumpido por las intervenciones del bailarín Jason, quien se sacudía de encima con salero los tópicos de rigor, tipo 'Gracias' y 'qué majetes sois los de aquí'.

En eso llegaba Canned heat, uno de los mejores momentos de la noche, con ese estribillo desenfrenado y de invitación al movimiento rítmico. Es la perfecta definición de ese atractivo estilo vital que los ingleses llaman cultura de club y que en España prácticamente no existe. Aquí, las discotecas son para el verano.

Orquesta imaginaria

A mitad de la actuación, Jason dirigió una imaginaria orquesta compuesta por manos del público para ordenar un vaivén a los sones del vals El Danubio azul -Strauss, en Festimad: quién lo hubiera dicho-. A partir de ese punto, Jamiroquai abordaron la recta final de una entretenida actuación de hora y media de concierto en la que sonaron esplendorosamente bien canciones como High himes, Travelling without Moving y Deeper underground y que dejaron al respetable a punto de caramelo para las carpas de baile.

Haciendo balance de la recién finalizada edición, resulta evidente que el Festimad se ha consolidado después de ocho años como la respuesta a cierto tipo de demanda cultural de índole claramente juvenil y contraria a la mentalidad de ocio único que dicta hoy la mayoría imperante. Al festival de 2002 han asistido algo más de treinta mil personas, cifra representativa acerca de la importancia que está tomando el festival. No se ha producido incidente alguno reseñable, casi todos los grupos confirmados han realizado su actuación en el horario previsto y los espectadores se lo han pasado bien y los organizadores tienen que dejar ahora el Parque El Soto de Móstoles como estaba antes de la invasión de los jóvenes. Como siempre, vaya.

Jason Kay, de Jamiroquai, durante su actuación en Festimad.
Jason Kay, de Jamiroquai, durante su actuación en Festimad.SANTI BURGOS
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