Marea amarilla y verde en Ulsan
Festivo recibimiento al conjunto brasileño a su llegada a Corea del Sur
Batucada de Carnaval, bailarines típicos surcoreanos danzando al ritmo de los tambores folclóricos, 50 policías y la colonia brasileña de Ulsan al completo, 20 personas, se unieron ayer a unos 100 hinchas locales para recibir a gritos a la selección más identificada con el Mundial de fútbol.
La llegada de Brasil a Corea del Sur fue una forma oficiosa de dar comienzo a la Copa del Mundo. Dida, Cafú, Lucio, Roque Junior, Edmilson, Roberto Carlos, Emerson, Gilberto Silva, Ronaldo, Polga, Ronaldinho, Kleberson, Junior, Denilson, Vampeta, Juninho, Edilson, Luizao, Rogelio y... el más ovacionado al bajarse del autobús -'¡Uuuuuuuuh!'-, el delantero del Barcelona, un Rivaldo, eso sí, con cara de circunstancias.
La marea amarilla y verde de los aficionados se mezcló rabiosamente con el amarillo fulgurante de los policías. Hubo empujones para tocar la calva de Ronaldo, que saludó a su público con una mano, sonriendo con sus dientes de conejo después de cinco horas de vuelo desde Malaisia, donde Brasil había goleado la noche anterior a la selección local por 0-4 en un partido amistoso.
Por cierto que, a pesar de la goleada, el subcampeón del mundo jugó mal, según la propia prensa brasileña. De modo que el equipo llegó a Corea del Sur sin tener una estructura táctica trabajada y a merced de sus dos estrellas, Ronaldo y Rivaldo, que desde la Copa del Mundo de Francia 98 han decaído presa de sus graves lesiones.
Rivaldo fue sustituido en el amistoso contra Malaisia. En su lugar, por la izquierda, jugó Denilson, el extremo del Betis. Ante lo que parece una lesión de rodilla insalvable a corto plazo, el mismo problema de ligamentos que le ha mermado durante toda la temporada en el Barça, en Brasil se organizan encuestas sobre quién debe sustituirle. En el Jornal do Brasil los internautas se inclinan por Ronaldinho Gaucho, el media punta del París Saint Germain, con el 37% de los votos, por delante de Kaká, con el 35%.
A la espera de resolver el intríngulis, Gaucho desembarcó ayer bamboleando las caderas y los hombros como si en realidad estuviera en el sambódromo.
El seleccionador canarinho, Luiz Felipe Scolari, Felipao, fue homenajeado por señoritas locales que le impusieron un collar de flores nada más pisar el hotel Hyundai.
La marea humana que se arremolinó a su alrededor contrastó notablemente con la ausencia de público en el recibimiento de la selección española. José Antonio Camacho, Pepe Carcelén y Hierro lucieron entonces sus collares de flores mientras marchaban trajeados y solemnes a la residencia, un hotel exclusivamente construido y reservado para España.
Con Brasil la historia es radicalmente más ruidosa. Los suramericanos deben compartir el espacio con turistas de todo pelaje. Pero a cambio gozan de la devoción popular. Tienen el magnetismo de quienes visten los colores sagrados, los de los tetracampeones del mundo.
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