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No somos el problema

Soy un inmigrante de África y quiero expresar una opinión de una comunidad poco reflejada en los medios -la del inmigrante-. La gran mayoría de los inmigrantes no venimos aquí para cometer crímenes. Venimos porque queremos escapar de una guerra, porque nuestras vidas están en peligro, porque hemos visto familias o amigos matados o muertos por enfermedades o hambrunas, porque no podemos dar de comer a nuestros hijos, porque no podemos trabajar, porque vivimos en países que han sido y siguen siendo brutalmente explotados por Occidente y nuestros dictadores. La mayoría de los inmigrantes venimos aquí para trabajar, para poder enviar dinero a nuestros hijos o nuestra familia que hemos dejado. Venimos aquí para hacer el trabajo que los españoles ya no quieren hacer: trabajar en el campo o en los restaurantes, cuidar a los niños o a la gente mayor. Venimos aquí para encontrar nuestra dignidad, para pasear en las calles sin miedo y, sobre todo, para tener los mismos derechos y el mismo respeto que la gente que vive aquí.

Los inmigrantes no somos el problema, aunque ahora parece ser la moda que los políticos nos echan la culpa de muchas cosas. Somos las víctimas más afectadas de una globalización feroz que se alimenta de la desigualdad económica que existe en este país y que está replicada en el mundo. Una respuesta a ese 'problema' que se limita a crear obstáculos para parar a los inmigrantes fracasará porque no tiene una visión integral hacia el futuro.

Un ejemplo es España, con el nivel de natalidad más bajo del mundo, que necesita inmigrantes para poder asegurar que el nivel de vida que se disfruta ahora continuará en el futuro. Noto que la riqueza material que se disfruta ahora está creando pobreza espiritual y, si no hay cambios en la natalidad, creará pobreza material también.
Annchen Doherty, Barcelona.

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Discriminados en nuestro propio país

Ante el incumplimiento del Ministerio de Educación y Ciencia, para la homologación de títulos extranjeros, muchos españoles nos vemos obligados a desempeñar trabajos no cualificados en nuestro país, cuando tenemos carreras universitarias que hemos realizado en el exterior. Somos sometidos a una discriminación lamentable, puesto que no podemos ejercer nuestra profesión por varios años, ya que el citado ministerio incumple descaradamente el Real Decreto 86, de 1987, del 17 de enero, por el cual se establecen seis meses como plazo máximo para resolver los expedientes de homologación. Mi caso lleva cerca de dos años; al preguntar por la situación de mi título, no me dan solución, sólo se disculpan diciendo 'tenemos mucho trabajo'. El ministerio está violando nuestros derechos fundamentales de igualdad ante el trabajo y a ejercer una profesión digna. De igual manera nos afecta sobremanera nuestra calidad de vida, realización personal, profesional y psicológica.

Regresé a 'mi país', España, huyendo de los problemas socio-económicos y políticos existentes en Colombia, pero en esta nación podía ejercer mi profesión sin las trabas y ataduras que me pone el Estado español. He denunciado esta situación ante el Ministerio de Educación, el Defensor del Pueblo y el propio Partido Popular, pero aún continúo la larga espera.
Itziar Gómez Buesa, Collado Villalba, Madrid

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