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Columna
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Naumaquias

Elche acoge a muchos inmigrantes, y sin embargo es uno de los lugares donde los índices de criminalidad han bajado. Explican allí que en una población de trabajadores los extranjeros se integran sin más problemas, y lo cierto es que el calzado proporciona un medio de vida digno, cosa que quizá no ocurre allá donde la economía se basa en la especulación y el pelotazo, terreno abonado a las mafias de cualquier procedencia. Pero en qué quedamos. Asustan Rajoy y Zaplana con que muchos extranjeros delinquen, aunque la Guardia Civil sostiene que no tanto. Calcula Aznar que son el 89% de los presos preventivos, pero el sindicato de la policía dice que el 28%. Aún así, JoseMari I de Europa ha encargado a Berlusconi que presente propuestas para combatir la oleada migratoria, y es de suponer que Il Cavaliere evacuará consultas con ese yacimiento de ideas que es Umberto Bossi, el que quería hundir a cañonazos los barcos para frenar 'las hordas invasoras'.Y mientras fragatas y patrulleras italianas intentan ya blindar el Mediterráneo (se ve que con el mismo rotundo éxito que en su día tuvo la línea Maginot), Tony Blair pertrecha la Royal Navy para luchar contra las temibles pateras.Todo menos intervenir activamente allá donde surgen los problemas de cada día: en los municipios (aunque no sean Premià), ese otrora ámbito de convivencia orgánica en lo universal junto a la familia y el sindicato. Algunos ayuntamientos de L'Horta, como Picanya, han elaborado folletos de bienvenida e información y ofrecen asesoría, atención psicológica y traducción. En otros pueblos imparten clases de castellano y organizan talleres. Pero sin ayuda ni coordinación, sin una estrategia común de integración, unos caerán en la tentación de interponer medidas disuasorias mientras otros provocarán el famoso efecto llamada, con el consiguiente recelo de poblaciones que pueden no entender, por ejemplo, que se proporcione vivienda antes a unos recién llegados que a sus ciudadanos más desfavorecidos. Los obispos llaman a evangelizar inmigrantes. Los bancos abren sucursales con intérpretes, para las transferencias. Los militares fletan acorazados. Y los civiles... ¿qué papel interpretamos en esta desigual naumaquia?

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