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Reportaje:

Nuevas metas culturales

Los responsables de Manifesta V y del proyecto del Centro de Cultura donostiarra hablan sobre su repercusión

Maribel Marín Yarza

Lourdes Fernández y Bartolomeu Marí son las cabezas visibles de dos iniciativas que prometen revolucionar la vida cultural donostiarra: Fernández, actual responsable de la Galería DV, como coordinadora general de la quinta edición de Manifesta, la bienal de arte contemporáneo europeo que hoy se inaugura en Frankfurt; Marí, como encargado de la definición del Centro Internacional de Cultura Contemporánea, que se levantará en la antigua fábrica de Tabacalera de San Sebastián. Coinciden en su visión sobre el arte actual, igual que sobre la repercusión que pueden tener ambas iniciativas para la ciudad. Pero, aunque no fuera así, estarían obligados a entenderse.

'Manifesta [con un presupuesto de 1.350.000 euros] puede situar a San Sebastián en el mapa europeo del arte. Es un evento efímero pero dejará un poso del que se beneficiarán Arteleku y, por supuesto, Tabacalera', afirma Lourdes Fernández. La bienal convertirá la ciudad, entre mayo y octubre de 2004, en germen de la creación europea. Porque durante esos meses 40 jóvenes artistas plantearán sus propuestas en diferentes espacios de la ciudad. San Sebastián entrará así hasta la cocina de la creación artística y se integrará, dice Fernández, en 'una tela de araña que va tejiéndose por Europa'. 'El espíritu es que sea un caldo de cultivo'. Así ha ocurrido al menos en las ciudades que han acogido la bienal en años precedentes.

'La bienal Manifesta puede situar a San Sebastián en un mapa europeo del arte'
'Tabacalera resulta un atrevimiento excesivo, en San Sebastián y en cualquier otro sitio'

Marí, que vivió muy de cerca la primera edición en Rotterdam, dice que su celebración se 'notó en la atmósfera artística y cultural de la ciudad'. No sólo durante, sino también después. 'El lugar se identificó ya con mucha más claridad como un sitio en el que pasaban cosas y, acabada la edición, volvimos a ver con asiduidad a los propios artistas, a críticos, o coleccionistas', explica.

Se augura lo mismo en el caso de San Sebastián, lo que allanaría el terreno al Centro Internacional de Cultura Contemporánea [con 18 millones de euros de aportación inicial], al que de hecho está vinculado. Aún habrá que esperar unos meses para que esté perfilado su contenido, pero en principio nace con la vocación de abarcar la creación contemporánea en el sentido más amplio del término, en la que el arte ocupa un espacio importante, pero también el diseño, la arquitectura, las artes escénicas, todo lo ligado a la actualidad de la creación y comunicación de la imagen u 'otras prácticas que todavía no tienen nombre', apunta Marí.

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Tabacalera nacerá en una ciudad de 182.437 habitantes que tiene una oferta cultural variada y más que consolidada; el Jazzaldia, el Festival de Cine, la Quincena Musical, el centro Arteleku, la programación del Kursaal... 'Para mí el reto es que funcione como un corazón, con movimientos de sístole y diástole', que absorba hacia adentro y sea capaz de expulsar hacia fuera, que dialogue tanto con las grandes como con las pequeñas instituciones locales e internacionales. 'Es una cuestión de cultivar la diversidad', señala Marí. A juicio de Fernández, debe enfrentarse también a otra tarea: 'Estructurar toda la cultura de San Sebastián'. 'Hay que aprovechar su tirón para que las distintas actividades, que son muchas para una ciudad de estas dimensiones, queden ordenadas, conectadas entre sí', manifiesta.

El Centro Internacional no será sólo un gigantesco espacio para la exhibición. 'El futuro de instituciones de este tipo', señala su diseñador, 'es estar muy cerca de los que crean y hacer de punto de encuentro entre los artistas y el público'. O lo que es lo mismo, alentar a los artistas de vanguardia en una ciudad de talante conservador. 'Para mí, una de las cuestiones más importantes es precisamente recoser la tradición de la alta cultura y las Bellas Artes con los nuevos lenguajes de la cultura popular'; atreverse a encarar los fenómenos de innovación, ruptura, hibridación y comunicación para a decir que estamos viviendo en un mundo diferente a hace 100 años', asegura el ex director del Centro de Arte Contemporáneo de Rotterdam.

La pregunta que surge de inmediato es si tanto Manifesta como Tabacalera van a resultar un atrevimiento excesivo para San Sebastián. 'Aquí y en cualquier sitio', responden al unísono. 'Siempre he dicho que San Sebastián es una ciudad conservadora', señala Fernández, 'pero al final ocurre como en televisión, que la audiencia la haces dependiendo de lo que le des. Y encarar la realidad siempre es bueno en cualquier lugar'. Aunque no guste o el público se sienta, a veces, engañado. Porque, ¿dónde está el límite entre una obra de arte vanguardista y una tomadura de pelo?

El paso del tiempo

Dice el ibicenco que es imprescindible el paso del tiempo para saberlo. 'Las obras de arte se convierten en arte, no lo son cuando nacen'. Y establece una comparación con todo un fenómeno musical. '¿Qué quedará de Operación Triunfo dentro de un año? Quizá, una gran contribución al mundo de la música popular. O quizá, no. Con el arte, la literatura... ocurre lo mismo'. Fernández añade que existe una falta de conocimiento que dificulta el diálogo entre artista y público. 'Respeto mucho a los creadores y no creo que existan tomaduras de pelo. Lo que faltan son criterios para juzgar las obras'.

Las dos iniciativas que tienen entre manos se rebelan contra esta realidad y ponen la educación cultural en el rellano de casa. Manifesta, de iniciativa privada, arropada por las instituciones y, Tabacalera, directamente impulsada por ellas -Gobierno vasco, Diputación de Guipúzcoa y Ayuntamiento donostiarra-. 'Es una suerte que en Europa todavía se considere la cultura como parte integrante del bienestar social'.

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