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Detenida una red de narcos que mataron a otros dos por estafar al jefe

Los cadáveres de las víctimas fueron hallados el año pasado en Valdemorillo y Fuenlabrada

La Guardia Civil cree haber desarticulado la trama que se ocultaba tras los dos cadáveres hallados el pasado verano en Valdemorillo y Fuenlabrada. Una de las víctimas, de nombre Miguel, fue hallada calcinada dentro del maletero de un coche y presentaba dos disparos; la otra, de nombre Julio, fue hallada descuartizada en un contenedor de Fuenlabrada. Según la Guardia Civil, los fallecidos pertenecían a una red colombiana de tráfico de drogas y fueron 'ajusticiados' por sus propios compañeros de banda. El motivo, haber estafado 500.000 dólares al jefe.

La Guardia Civil detuvo la semana pasada, en el marco de la llamada Operación Orión, a nueve personas (ocho colombianos y una mexicana) en relación con ambos crímenes. Uno de los detenidos, cuyas iniciales son O. T. C., está en la cárcel de Soto del Real como supuesto autor material de las muertes; otro se encuentra en libertad bajo fianza. El resto de los detenidos ha quedado en libertad.

Drogas, dinero y un falso timo. Este cóctel pudo ser el causante de ambos asesinatos. Según fuentes de la investigación, el cerebro de esta banda, que ahora se halla en Colombia, vivía en una lujosa mansión de la urbanización La Moraleja. En ella se contaban algunas noches grandes sumas de dólares provenientes del narcotráfico, según fuentes de la investigación. 'A la casa llegaba gente en coches, se encerraban en una habitación y al día siguiente, sobre una mesa, sólo quedaban botellas de agua vacías y ceniceros', según declaraciones que constan en el sumario.

Su 'mano derecha'

En junio pasado, el jefe del clan, 'un tal Fran', dio instrucciones a O. T. C., su mano derecha en Madrid, y a otros dos miembros de su organización, Miguel y Julio, para que entregasen 500.000 dólares a terceras personas. La entrega debía efectuarse en un subterráneo del centro comercial La Vaguada. O. T. C. encomendó la misión a Miguel y Julio, ya que él debía viajar ese día a Valencia.

Miguel y Julio telefonearon más tarde a O. T. C. a Valencia y le informaron de que la entrega del dinero había fallado porque unos desconocidos les habían tendido una trampa-timo en el subterráneo. Nadie les creyó. El jefe del clan se sintió estafado y ordenó entonces a dos de sus hombres más avezados que averiguasen lo ocurrido.

Miguel fue sometido a un duro interrogatorio, durante el cual recibió un disparo en el codo y otro en la rodilla. Pereció durante el cruel interrogatorio. Luego fue introducido en el maletero de un coche, al que sus asesinos prendieron fuego en Valdemorillo. Días después le tocó el macabro interrogatorio a Julio. Su cuerpo apareció troceado el 3 de julio del año pasado en un contenedor de basuras de Fuenlabrada.

Ni uno ni otro cadáver portaban encima documentación alguna que permitiese a la Guardia Civil identificarlos. Tras varios meses de pesquisas, en las que colaboró el Cuerpo Nacional de Policía de Interpol-Colombia, los agentes identificaron el cadáver calcinado tras analizar una muestra dental. La Guardia Civil comprobó luego la relación del fallecido con un grupo dedicado al narcotráfico y al blanqueo de capitales. Y recordó que algunos miembros de ese grupo habían sido detenidos el pasado mes de octubre en Las Rozas en relación con una partida de 42 kilos de cocaína.

Más tarde, los agentes también vincularon con este grupo mafioso el cadáver hallado en Fuenlabrada, que identificaron merced a la prueba del ADN. Hilvanaron pistas y finalmente averiguaron que los dos asesinados habían estado a las órdenes de un tal Fran, presunto jefe de la banda. También descubrieron el móvil: una supuesta estafa de 500.000 dólares al jefe del clan y la consiguiente represalia de éste, que ejecutó a través de sus hombres más fieles.

En los registros practicados en varios domicilios de los hasta ahora detenidos, ubicados en los municipios de Madrid, Torrejón de Ardoz y Pozuelo, los agentes intervenieron un chaleco antibalas, tres ordenadores, un escáner, 30.000 euros, joyas, 20 teléfonos móviles, una caja de seguridad, una balanza de precisión, numerosas armas blancas, placas de matrículas, dos vehículos, cámaras fotográficas y diversa documentación. La investigación sigue abierta.

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