El 'trauma' de Le Pen domina la campaña electoral en Francia
Los sondeos auguran la derrota de la izquierda en las legislativas
Los candidatos a diputados por el partido de Jacques Chirac, la Unión por la Mayoría Presidencial (UMP), se mantendrán en la segunda vuelta de las legislativas (16 de junio) incluso en los distritos donde la división del voto republicano pueda dar el triunfo a la ultraderecha: así lo anunció ayer un dirigente significado de la derecha chiraquista, Serge Lepeltier. '¡Traición!', gritó inmediatamente la dirección del Partido Socialista.
Los socialistas argumentan que esto equivale a romper el pacto democrático contra Jean-Marie Le Pen, que permitió la reelección masiva de Chirac, el 5 de mayo.
'La elección de algunos candidatos [de extrema derecha] siempre representará menos riesgos de los que la izquierda corrió en las legislativas de 1986 con la introducción del sistema proporcional', afirmó el aludido dirigente de derecha, entre el escándalo de las filas socialistas. La explicación ahonda en el trauma que sufre este país, porque recuerda el motivo por el que Le Pen carece aún de verdadera relevancia: su escasa fuerza parlamentaria será una consecuencia directa del escrutinio mayoritario. Con un sistema proporcional, un partido como el Frente Nacional (FN), en torno al 15% de los votos, dejaría de ser el fantasma que todos agitan y se convertiría en una verdadera realidad política.
Le Pen está condenado a perder las próximas elecciones legislativas, pero conserva intacta su influencia: lo prueban las maniobras de los demás, justificadas en función del objetivo de 'cerrar el paso a la ultraderecha'. El entorno de Chirac reclama una gran mayoría que 'evite la confusión de la que se aprovechan los extremistas', mientras los líderes de izquierda claman para que se reconozca su sacrificio cuando, huérfanos de Lionel Jospin, contribuyeron a levantar la peana de Chirac frente a la de Le Pen.
'Millones y millones de franceses en la calle, jóvenes sobre todo, dijeron no a las ideas racistas y xenófobas del FN, y hete aquí que un responsable de la derecha suelta lo que sus amigos piensan por lo bajo: pequeños arreglos con la extrema derecha, localmente, permitirían la elección de muchos diputados de derecha', protestó el hasta ahora presidente del grupo parlamentario socialista, Jean-Marc Ayrault.
Mientras Le Pen se regocijaba de 'esta grave polémica entre el subjefe del RPR [uno de los partidos de la mayoría presidencial] y el subjefe del PS', otro dirigente de la derecha aclaró: 'Lo que nosotros decimos a los electores de extrema derecha es que voten a la derecha republicana, si no quieren votar indirectamente socialista'.
La derecha no está dispuesta a arriesgar su ventaja. La reelección de Chirac ha creado una dinámica a favor de la UMP. Enfrente se sitúa la 'izquierda unida', una reunión de socialistas, comunistas, ecologistas y radicales de izquierda sin programa común, cuya única esperanza reside en convencer a los electores de lo negativo que sería el control de la derecha sobre la Asamblea Nacional, y por ende, del futuro Gobierno.
Un objetivo muy difícil, a juzgar por los sondeos. La mayoría de la sociedad francesa se ha convencido de que la ultraderecha es fuerte por la cohabitación entre la derecha y la izquierda clásicas. No quieren repetirlo: el 61% desea que el presidente de la República y el primer ministro pertenezcan al mismo sector político, frente a un 33% a favor de que procedan de familias políticas distintas, según un sondeo que aparecerá mañana en L'Express. El 54% de los franceses prefiere la victoria de la derecha, frente a un 37% de personas favorables a la izquierda, según ese mismo sondeo, coincidente con otro de Le Figaro.
Dispuesto a aguar la fiesta, Le Pen pronostica un resultado para el FN por encima del 16% y busca crear un 'periodo de confusión' política, consistente en privar a Chirac de la mayoría parlamentaria y obligarle a dimitir, para provocar nuevas presidenciales.
A falta de posibilidades de obtener diputados en proporción a sus electores, el partido de Le Pen se erige en árbitro de los comicios: se estima que sus candidatos tienen posibilidades de pasar a la segunda vuelta en alrededor de 200 de los 577 distritos electorales, restando así posibilidades a las otras dos grandes opciones, aunque ninguna encuesta aventura hoy más de media docena de parlamentarios extremistas, 10 a lo sumo. No parece probable que una fuerza de casi seis millones de votos se diluya como una sombra entre 41 millones de electores potenciales y para ello, la movilización de los ultras sigue siendo intensa.
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