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El primer viaje de Denoueix

El nuevo entrenador de la Real Sociedad sólo había conocido un club, el Nantes, en sus 33 años de carrera

Con sus gafas sin montura, su raya a un lado y su sonrisa fácil, el nuevo técnico de la Real Sociedad, Raynald Denoueix, de 54 años, parece el médico de confianza que cualquier hipocondriaco desearía tener siempre a mano. La Real, que no tiene nada de enfermo imaginario, acaba de entregarse al entrenador francés, curiosamente en paro pese a ser designado como el mejor entrenador de la Liga francesa en la temporada 2000-2001. Denoueix, cuarto técnico extranjero en la historia del club donostiarra, presenta el 'perfil exacto que la Real buscaba', según el presidente del club, José Luis Astiazarán.

La afirmación suena conocida por repetida estos últimos tres años, los peores en la historia del equipo: tres campañas flirteando con el descenso para acabar siempre en el puesto 13º de la tabla después de emplear, uno tras otro, a cinco entrenadores diferentes. Los disgustos, los gastos exagerados, los extranjeros de ida y vuelta han enseñado un par de cosas a la Real, como la necesidad de ahorrar y de apuntalar de una vez su proyecto de cantera, bautizado como Zubieta XXI. Para alcanzar esto último, el club guipuzcoano ha traicionado la primera de sus conclusiones disfrazándola como una inversión de futuro. Por eso ha llegado Denoueix, con la frase mágica en la boca: 'La cantera es mi filosofía'. Su aseveración no es gratuita y su viaje, mucho menos.

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Hasta la fecha, Denoueix no había salido de Nantes, en cuyo club debutó como futbolista profesional en 1968, un producto de la cantera para un club que creció en la Liga francesa trabajando su fútbol base y que el propio Denoueix rentabilizó cuatro años después de colgar las botas (y ganar tres ligas). Entre 1982 y 1997, Denoueix fue el hombre en la sombra del Nantes, siguiendo las categorías inferiores del fútbol, pescando aquí y allá talentos para el primer equipo. Deschamps, Desailly, Karembeu, Loko y Pedros le deben el primer impulso en sus respectivas carreras. Denoueix conoció el suyo propio en 1997, después de que el tercer presidente del club en dos años decidiese estrenar su mandato con un gesto de carácter y valentía: extrajo al discreto Denoueix de los arrabales del fútbol para colocarlo bajo los focos. Un detalle que guardaba cierto paralelismo con el caso de Roberto Olabe, el técnico que dejó a los juveniles de la Real Sociedad para asegurar la permanencia del primer equipo.

Denoueix agradeció a su presidente la confianza ganando la Copa de Francia en 1999 y 2000, y alcanzando en 2001 el título de Liga. Su escalada acabó meses después, contestado por la marcha del equipo y despedido el pasado mes de diciembre. En San Sebastián, Denoueix conoce su segundo equipo en 33 años y avisa de que sus intenciones son las mismas que siempre ha defendido: la búsqueda de la eficacia y el trabajo en equipo, un gesto democrático que ya le ha granjeado numerosas simpatías. Pero no tantas como su querencia por el fútbol de ataque: 'Si no juegas para ganar, no tiene sentido jugar'.

De cohesión dentro del equipo también habló ayer su antecesor, Roberto Olabe, para explicar por qué ahora que ya ha terminado la temporada se ha llevado durante tres días a la plantilla al monasterio burgalés de Santa María de Bujedo. 'Se trata de una experiencia nueva que nada tiene que ver con el balón, para buscar la cohesión del grupo y la motivación', argumentó el técnico, que la próxima temporada ocupará el cargo de director deportivo de la Real. 'No sé si serán los monjes quienes trabajen estos aspectos, pero desde luego es un convento en el que hay monjes'. Algunos futbolistas, como Idiakez, no han hecho las maletas porque el año que viene no seguirán en San Sebastián.

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