Papá ya no se llama probeta
Una joven de EE UU, concebida con semen donado, se reunirá con su padre
Clara, que cumplió 18 años en febrero, se ha convertido en el primer niño nacido por inseminación artificial que va a conocer al donante de esperma, es decir, a su padre biológico. 'Quiero encontrarlo porque representa la mitad de mi herencia, es una parte de mi vida que no conozco', afirma Clara, cuya decisión ha desatado una enorme polémica en Estados Unidos.
Según la nueva normativa norteamericana, el día que esta estudiante universitaria cumplió los 18 años recibió un informe del Banco de Esperma de California que contenía el nombre del donante, su número de identidad, su fecha y lugar de nacimiento, su e-mail, su número de teléfono, su dirección e incluso una fotografía de él.
'Quiero encontrarlo porque representa la mitad de mi herencia, es una parte de mi vida que no conozco'
'Me puse muy nerviosa cuando recibí el informe. El banco me preguntó si quería reunirme con el donante y he dicho que sí'.
Clara sólo sabía de él lo que su madre, Irene, le había dicho, que medía 1,90 metros y que tenía ojos verdes. Rasgos que fueron definitivos al elegir a ese donante. 'Los hombres de mi familia son pequeños y si tenía un varón quería que fuese alto', recuerda Irene de aquella decisión tomada cuando tenía 40 años.
'Yo no sé si me parezco a él, creo que me parezco a mi madre', afirma Clara moviendo sus largos cabellos rubios.
El Banco de Esperma de California, que comenzó a operar en 1982, fue pionero en abrir sus puertas no sólo a parejas, sino también a mujeres solas y a homosexuales que querían ser madres. Un año después se convirtió también en el primero en Estados Unidos en dar a sus donantes la posibilidad de encontrar a sus hijos una vez que éstos cumplieran los 18 años.
'Al principio, la gente estaba descontenta con esta política porque la tradición era la del secreto y la confidencialidad', explica Maura Riorden, directora del banco.
Los donantes que quieren guardar el anonimato firman un contrato para ello y si pasado el tiempo se retractan de su decisión pueden cambiarla. Ése es precisamente el caso del progenitor de Clara, que en un principio se negó a dar su identidad pero hace cuatro años cambió su decisión. Lo que es irreversible en esta institución es el caso contrario, es decir, que el donante revele su identidad y luego quiera ocultarla.
Marty Klein, psicólogo de familia y matrimonio, se opone rotundamente, en declaraciones al Aberdeen News, a revelar la identidad de los donantes por las consecuencias nefastas que puede tener para padres e hijos biológicos. 'La mayoría de los jóvenes donantes no están maduros para comprender las consecuencias que tendrá conocer a sus hijos 18 años después', afirma convencido de que lo que parece bueno a los 20 no necesariamente lo sigue siendo cuando se han cumplido 40.
'Creces y cambias los valores. Tal vez te haces creyente de alguna religión y te parece mal lo que has hecho o estás casado y tu mujer no quiere saber nada de la historia. Das el esperma y estás contento por tu acción, pero es muy distinto que Clara o María llamen a tu puerta', señala.
Riorden no comparte esta tesis: 'Hemos realizado encuestas entre los niños con más edad y hemos visto que no estaban buscando el padre perdido hace mucho tiempo, sino que tenían curiosidad sobre sus genes, su apariencia. Lo que más querían era establecer una relación de amistad'.
Michael Smith, de 49 años, donante de un banco de esperma de Berkeley, estima que si se hace pública la identidad de los donantes podrían salirle unos 20 hijos, además de los dos que ya tiene con su mujer.
Margaret McLean, directora de Biotecnología de la Universidad californiana de Santa Clara, señala que ahora Internet facilita aún más la confidencialidad del donante al elegirlo en la Red y poder recibir desde la otra punta del mundo el esperma.
Clara, sin embargo, insiste: 'Yo intento ser realista. Ese hombre me puede desilusionar y yo a él. Creo que debo frenar mis expectativas mejor antes que después'. A pesar de ello, le llama ya 'papá'.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.