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LA CRÓNICA
Columna
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Largo nos lo fía el PSPV

No sabría decir yo si los dirigentes del PSPV han estado acertados al divulgar estos días un sondeo de opinión sobre las próximas elecciones autonómicas. Al parecer lo juzgan positivo, y en puridad así es, si damos por buenas las conclusiones. A la luz de esa encuesta, los socialistas estarían en estos momentos a ocho puntos del PP, lo que significa haber reducido en seis la diferencia que tenían en 1999. Recuperarían tres escaños, aunque el partido del Gobierno seguiría conservando la mayoría absoluta. Bueno, menos da una piedra y, como meros observadores, hay que agradecerles este rasgo informativo.

Subrayemos asimismo que la referida prospección se sustenta en 27.000 entrevistas telefónicas efectuadas en dos oleadas, una en diciembre y otra entre enero y abril pasados, en municipios de más de 10.000 habitantes. Según sus anónimos autores, al muestreo se le otorga un 97,5 de confianza. En realidad, a lo que se nos insta es a tener mucha fe, dada la falta de precisiones acerca de las preguntas formuladas, perfil del entrevistado y profesionalidad de los encuestadores. Hemos de suponer que las arcas del partido no están para prodigalidades demoscópicas. Mucho y plausible nos parece que hayan tenido paciencia y resuello para acometer esta gran operación artesanal que, a la postre, bien pudiera coincidir con otra avalada por especialistas.

Si estos datos han visto la luz, decíamos, es porque el clan directivo del PSPV ha de estimarlos favorables. Otra cosa será la opinión del militante de base y del simpatizante cuando, a un año vista de los comicios, se le confirma la fatalidad de una nueva legislatura hegemonizada por la mayoría suficiente, como eufemísticamente describen los populares su poder cuasi absoluto. ¿Puede parecerles alentadora tan desmovilizadora conclusión? ¿No hubiera sido más prudente ocultar esta prospección o maquillarla ligeramente para suscitar algunas euforias? Imaginamos que tan sibilino proceder tropezaba con el riesgo de que el PP echase mano de sus muestreos reservados y con más cualificados argumentos descalificase, por ilusorias, tales expectativas.

A nuestro entender, el mensaje subliminal que contiene la referida encuesta es muy simple: se trata de proclamar una vez más el final de la larga crisis del partido, y nada para ello más revelador que esa recuperación del voto, que puede acrecentarse en los próximos meses. Tal lectura lleva aparejada otra: el cambio de la coyuntura se ha debido a la consolidación de un liderazgo en la persona de Joan Ignasi Pla y de su nuevo equipo. En consecuencia, este es el camino a seguir y profundizar para mermar al adversario, el PP. Acerca de éste se anota lo suficiente para dar por hecho -un hecho virtual todavía- que ha empezado su cuenta atrás perdiendo fuelle electoral. Por fabular que no quede, pues no hay visos de ello.

En todo caso, y a tenor de lo expuesto, el horizonte del PSPV se sitúa en el 2007, y aún a esa lejana fecha habrá que llegarse con los deberes cumplidos para ganar la Generalitat, que de eso se trata. La afirmación del liderazgo, como queda subrayado, pero también -y resumo el diagnóstico de tipos socialistas con varios quinquenios de servicios- con un discurso que sea algo más que un mero contrapunto a los problemas cotidianos que sacude la prensa. Las seseras más ilustradas del PSPV habrán de darse prisa y maña para cerrar ese proceso de reflexión o 'tormenta de ideas' en que andan metidos para persuadir al vecindario de que el partido es una fuerza y una propuesta política verdaderamente alternativa, con propuestas distintas y preferibles a las que la derecha ofrece.

Pero estos pertrechos, siendo esenciales, no serían suficientes. Habría de abordarse de una vez la verdadera renovación, jubilando a las buenas o a las bravas a la vieja guardia socialista que se perpetúa en escaños y corporaciones. La elaboración de las futuras candidaturas nos dará la medida de este relevo insoslayable así como de la real dimensión del liderazgo capaz de promoverlo. De otro modo, de seguir los caretos de siempre, tan desalentados, las urnas darán razón de la auténtica distancia electoral entre ambos partidos, que los populares aseguran ser aún abismal. Y esa encuesta ni es telefónica ni admite manipulación.

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